La Habana, Cuba.- Aunque la historia de Australia en certámenes auspiciados por la Federación Internacional de Béisbol (IBAF, sigla en inglés) sea un tanto discreta, la incorporación al conjunto de varios jugadores pertenecientes a organizaciones de las Grandes Ligas estadounidenses ofrece cierto crédito de calidad.

Siempre escuché decir que en el béisbol no hay enemigos pequeños y, hasta el momento, respeto al pie de la letra tal afirmación, porque los desafíos se ganan en los terrenos al colgar el último out en el pizarrón.

Los australianos concluyeron rápidamente sus actuaciones en la pasada edición del Clásico Mundial de Béisbol cuando insertados en el grupo D cayeron de manera consecutiva ante Italia (KO 10 x 0), Venezuela (2 x 0) y República Dominicana (6 x 4), siempre en el estadio Cracker Jack, Orlando, La Florida.

La demostración ofrecida fue pobre y para muchos ellos pudieron vencer a los italianos, pero los artilleros apenas lograron pegarle un indiscutible al abridor Jason Grillo Algo parecido ocurrió en la segunda salida frente a Venezuela (cuatro imparables) y en la despedida aumentaron a siete la para contra los lanzadores dominicanos.

En ese nivel de la pelota resulta imposible aspirar a la clasificación con un total de nueve batazos caídos en territorio de nadie, a lo largo de tres enfrentamientos.

Ahora están ubicados en el grupo B, donde también encontramos a Cuba, África del Sur y los anfitriones mexicanos, cuya sede será el parque Foro Sol, ubicado a 2 200 metros sobre el nivel del mar.

La tarea que tienen por delante se las trae por dos razones fundamentales, las respectivas calidades de las escuadras y mexicanas, así como el rendimiento colectivo al presentarse en las condiciones de altura no acostumbradas.

Basten apenas dos párrafos para señalar que, de acuerdo a los antecedentes, el deporte de las bolas y los strikes llegó a Australia en la segunda mitad del siglo XIX y fue llevado allí por aventureros estadounidenses atraídos por la fiebre del oro.

En 1881, esos visitantes fundaron el Base-ball United Club y el primer equipo local surgió casi 12 meses más tarde, el Base-ball Club de Sydney. Sin embargo, tardaron más de un siglo antes de crear la Liga Profesional (1989). 

Australia celebrará el primer partido en la propia jornada inaugural del 8 de marzo y el adversario de turno será México, en compromiso que bien pudiera decidir la suerte de cualquiera de ellos para avanzar a la siguiente ronda.

Dentro del propio programa los cubanos tendrán un rival menos exigente, razón por la cual reviste particular interés el resultado del cierre, pues lo ganadores decidirán 24 horas después quién conquistará el primero de los dos boletos en disputa.

Varios de los jugadores de Australia repetirán la experiencia y en la línea del bateo, tal vez el más experimentado sea el torpedero Bradley Harman, un hombre espigado, capaz de acumular el mejor promedio (429) del seleccionado en la pasada versión.

En cuanto al pitcheo, las dos mejores cartas como posibles abridores son Joshua Hill y Paul Mildren, este último zurdo, quienes figuran en la nómina de los Piratas de Pittsburg. El grupo de repitentes desde la lomita lo completan Damian Moss, Craig Anderson. Richard Thompson y Adam Bright.