La Habana, Cuba.- Quienes aún ponen en dudas que la pasión beisbolera ocupa la atención de los cubanos cada día del año, ayer domingo quedaron sin alternativas y aceptaron satisfechos tal realidad.

Apenas una semana después del receso en la 48 Serie Nacional, siempre debido a la preparación previa de los atletas al desarrollo del II Clásico Mundial, los graderíos del Coloso en la barriada capitalina del Cerro recibieron a miles de seguidores y de un extremo a otro del país, la TV llevó las imágenes del choque a miles de hogares.

Solo el anuncio de ver en acción a los 43 candidatos (18 lanzadores y 25 bateadores) que a diario sudan gotas gordas para el equipo de casa a la máxima competencia en el deporte de las bolas y los strikes.

Sin embargo, en la inmensa mayoría de ellos, durante las casi cuatros horas de duración del partido aparecieron numerosas interrogantes, pues al concluir el sexto capítulo del encuentro a cargo de Orientales y Occidentales, la pizarra acumulaba en total 16 anotaciones, en franca muestra del castigo recibido por los lanzadores hasta ese momento.

El zurdo holguinero Aroldis Chapman y el derecho pinareño Yunieski Maya fueron las respectivas designaciones de los directores Eduardo Martín y Esteban Lombillo, pero como el acoso de los artilleros comenzó temprano, ninguno de los abridores pudo completas cinco entradas.

En definitiva, el resultado favorable a los discípulos de Martín 12 x 8 tal vez no fue lo más importante ni tampoco el gran total de 29 imparables de diferentes dimensiones, incluidos cinco cuadrangulares a las cuentas de Alfredo Despaigne, Yulieski Gourriel (2), Rolando Meriño y Yenier Bello, estos dos últimos en roles como emergentes.

La preocupación consistió en el fuerte castigo aceptado por los iniciadores, relevistas y la innecesaria presencia del cerrador, porque, a la hora de recoger los bates, la ventaja de los vencedores era de seis.

Aceptada como válidos esos criterios preliminares, bastaría una información para calmar las inquietudes: el juego se celebró con la pelota de fabricación estadounidense Rawling, la misma que será utilizada en el venidero certamen.

Lo ocurrido podemos considerarlo un claro aviso a los serpentineros, la mayoría hombres experimentados, de que desde la lomita lo más importante es la velocidad, sino el control capaz de colocar los lanzamientos hacia los puntos críticos del bateador en turno.

Durante la competencia denominada Derby de jonrones, el vencedor Joan Carlos Pedroso sacó ocho pelotas fuera de los límites del terreno y así siguieron igual camino muchas más por parte de los restantes participantes en la prueba, todos jonroneros de reconocido calibre.

Mañana martes, en el propio escenario del estadio Latinoamericano volverán a presentarse por última vez los mismos conjuntos, aunque otras caras deben subir la lomita, al menos para comenzar. Veremos…