La Habana, Cuba.- Un solitario triunfo en la noche del martes abrió las puertas del parque Cándido González a los capitalinos en la visita iniciada a la tierra de los tinajones, pero anoche volvieron a caer y sus parciales muy poco nada quieren saber de ellos.

El desastre del pitcheo es la comidilla de los participantes en cualquiera de las peñas del país, porque, sin lugar a dudas, todos siguen a la banda de 44 Germán Mesa, bien sea en las buenas y en las malas, muchos para aplaudir y otros tantos para criticar.

La tarea encomendada a Germán Mesa fue un verdadero caldero hirviente, pues estaba obligado a borrar la pésima imagen dejada en la anterior temporada, luego de caer humillados por los pinareños en apenas tres de los cinco compromisos calendariados.

En realidad, aunque Germán lo apodaron “El Mago” por las excelencias del fildeo en el campo corto, la misión de dirigir es harina de otro costal.

Aquí la paciencia constituye un importante grado y la sapiencia también. Aunar voluntades en aras de conquistar victorias y, al propio tiempo, mantener la exigencia a cada jugador resultan factores determinantes, capaces de anticipar éxitos o fracasos.

La nómina está cuajada de nombres, pero apenas algunos pudieron aportar a la causa hasta el momento. En tal sentido, los menos presionados, como son el camarero José Alberto Torriente y el torpedero Leugin Barroso marcan pautas.

El deficiente pitcheo resulta, a todas luces, el feo lunar que quieren y no puede borrar, porque una cosas es tener velocidad para pasar a los bateadores y la otra, saber dominar los lanzamientos, según las características del hombre en turno.