Miguel Solís
Corresponsal de Rebelde
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Sepultado el pintor de Matanzas
26 de febrero de 2009, 4:23 p.m.
Matanzas, Cuba.- El célebre pintor matancero José Francisco Cobo Pérez, de 93 años, fue sepultado en el cementerio de San Carlos, de esta ciudad, una sencilla personalidad a la que miles de yumurinos le agradecen sus óleos de marinas, donde el azul predomina en consonancia con la vida marítima de la ciudad de los puentes y los ríos.
Nació el 4 de diciembre de 1915 en Matanzas. Fue alumno de la Academia Tarascó en su ciudad natal, y luego de la academia San Alejandro, donde tuvo como maestros a grandes de la plástica cubana como Armando Menocal, Leopoldo Romañach o Esteban Valderrama y condiscípulos como Servando Cabrera o Roberto Diago Querol. Tras una primera etapa juvenil, desarrolló un estilo lleno de colorido, de sencillas perspectivas y formas. Admirador de Van Gogh, había confesado que "a él lo acusan de abusador del amarillo; a mí, del azul".
Como miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, acumuló una extensa trayectoria de más de 12 exposiciones personales.
"Cobo es uno de esos rincones de Matanzas que sólo se descubren en sus cuadros o cuando se está enamorado. Es como un helecho más que tiene la ciudad agradecida", ha dicho el artista plástico Manuel Hernández acerca del Pintor.
Para la pupila histórica del matancero, quedará su ligero y pausado andar desde el centro histórico hasta la orilla del río San Juan, y de allí a su casa en el humilde barrio de La Marina, el Pintor de Matanzas ha quedado, especialmente hoy, como leyenda viva del célebre entorno yumurino.
"Considero que sólo Cobo puede pintar una marina y que todos al verla identifiquen la playa de Varadero", asegura una poetisa matancera, hecho que los críticos atribuyen a su pincelada suelta y sus empastes.
"No me preocupa reflejar, sino crear el paisaje -solía decir el incansable pintor-. Hago primero bocetos a lápiz, con cruces donde quiero un color más fuerte, iluminar, o un efecto de transparencia. Y así haré nacer y renacer siempre a mi ciudad."
"Contemplar una exposición de Francisco Cobo es conocer la ciudad de Matanzas sin caminarla, averiguarle la raíz oculta, el misterio de sus noches secretas, la savia ancestral de su embrujamiento", confiesa la mítica poetisa Carilda Oliver Labra al referirse a este hombre que ha eternizado los mismos lugares que ella canta, quien "regala reiteradamente estos verdes, estos azules conversadores de nuestra hermosura, ofrece un valle portátil, una loma yumurina que se nos queda en la sala, un San Juan que corre hasta nosotros cuando al romper la mañana abrimos los ojos en el hogar." |