Un combate en plena playa de Varadero
Fernando Dávalos
Colaborador de Radio Rebelde
9 de Marzo de 2009, 1:00 p.m.
La Habana, Cuba.- Casi cuatro siglos de coloniaje español acompañaron a las soledades de la vasta playa de Varadero, hasta que un imprevisto incidente con patriotas expedicionarios cubanos en lo que hoy es la calle 47 de esa ciudad balneario, desperezó súbitamente a los soldados de un pequeño fuerte hispano, cuando aquellos, llegados del exterior y accidentalmente desviados de su rumbo, tomaron tierra en la península de Hicacos, donde se localizan los famosos arenales, con un alijo de armas largas destinadas al Ejército Libertador.
Grupos pequeños de chozas y quizá alguna casa, muchas vacías por el invierno, fueron también sorprendidas por el tiroteo de marzo de 1896, cuando los recién llegados se aprestaron a defender las armas traídas, escondiéndolas bajo la arena varaderense y haciendo fuego. El combate se entronizó junto a la iglesia de Santa Elvira, que existía desde 1850, en lo que sería la zona central de la actual urbe, que tiene allí un Memorial por la inusitada acción, pues las huestes rebeldes operaban más al sur, en tierra firme.
Los insurrectos lograron recuperar los fusiles y pertrechos, y entregaron una bandera cubana a la vecina de la Playa Azul, como también se le dice al lugar, que les ayudó con alimentos y orientó al desembarcar. Esta honrosa enseña patria se conserva y muestra en el Museo de Varadero, institución absolutamente inexistente hasta el triunfo de la Revolución, que expandió el turismo de los fríos países boreales hacia Cuba, que en sus épocas invernales, que aquí son mucho menos rigurosas, se repleta de visitantes.
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El brigadier criollo Carlos María de Rojas, jefe de las tropas cubanas en el nordeste del territorio, devenido provincia de Matanzas, después de enfrentar a los tercios españoles y de recibir a los expediciones con armas y soldados para la guerra de independencia, al termino de la contienda, en 1898, entró a Varadero por un vado de la laguna ístmica de Paso Malo y estableció su cuartel general, cuando casi no existían objetivos militares en la península. El accidentado acceso que utilizaron el general cubano y sus hombres está cerca del moderno puente basculante de entrada a la ciudad-playa, que lleva su nombre.
Hasta cuatro templos católicos se levantaron con materiales rústicos, sucesivamente desde mediados del siglo XIX, en el sitio del combate de 1896, en la esquina de las ahora Primera Avenida y la calle 47. Casi a mediados de la centuria siguiente se edificó el actual con bloques de la bella roca caliza autóctona y mejor terminación, bajo la advocación de Santa Elvira. También en Varadero existe otra capilla, dedicada a la Virgen de Fátima, y una Iglesia Presbiteriana Reformada, de moderna apariencia. |