Cuando lo que median son los sentimientos, cuando a pesar de paisajes y costumbres muy distintos las almas de dos naciones se buscan y comprenden de modo admirable, puede afirmarse que se está ante un hermanamiento, ante una cercanía que no podrá ser disminuida por percance alguno. Es el caso del abrazo, tan sentido y firme, que se dan Cuba y Rusia, dos patrias que en décadas de relaciones han vivido una historia común muy rica.
Vale mucho recordar ahora el 22 de noviembre del año 2022. Eran las tres de la tarde y había una sensación térmica de casi diez grados bajo cero en el barrio Sokol, en Moscú. Difícilmente esta reportera podrá olvidarlo: porque fue allí, y en ese momento, cuando se inauguró el monumento dedicado al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, y donde confluyeron, para compartir ideas y emociones, los dignatarios Vladimir Putin, y Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Al aire libre, el frío apagaba los teléfonos celulares, pero en Sokol el calor de los sentimientos obligaba a estar despiertos y atentos: «Los lazos entre Rusia y Cuba son indestructibles. Fidel fundó sus bases, Raúl las desarrolló, y nosotros le daremos continuidad», expresó esa tarde el Presidente Díaz-Canel; y aseguró también que la nación euroasiática «sabe que podrá seguir contando con Cuba».

Todo se volvió estremecedor cuando, en tierra tan distante de Cuba, y sin embargo tan querida, se escuchó la Marcha del 26 de Julio. La historia emergió con sus deslumbrantes trascendencias. Fidel era el motivo de aquel encuentro. Ya no estaba en el plano físico y, sin embargo, los resultados de sus robustas semillas de amistad -sembradas tanto tiempo atrás- provocaban admiración, asombro, y hasta estados emocionales que podían estallar en alguna lágrima de gratitud y reafirmación.
Fidel, su figura metálica -mirando hacia adelante y ataviado con su traje de combatiente- obraba la magia de la confluencia de dos estadistas. El anfitrión fue el primero en hablar: «Nos reunimos aquí, en la plaza que lleva el nombre de Fidel Castro –expresó Putin-, para inaugurar un monumento a esa personalidad pública y política destacada, el fundador del Estado cubano moderno».
El mandatario dijo aquella tarde que «Fidel Castro dedicó toda su vida a la lucha por el triunfo de ideas del bien, la paz, la justicia, por la libertad de pueblos oprimidos, por una vida digna para la gente de a pie, por la igualdad social». Dijo él que «con razón (el Comandante en Jefe) se considera uno de los líderes más brillantes y carismáticos del siglo XX»; lo definió como una personalidad legendaria, como el símbolo de una época entera.

Vladimir Putin llegó a recordar incluso «una canción soviética famosa: “Cuba, mi amor”», para resaltar el cariño que la Isla inspira en el país euroasiático. Y prosiguió con definiciones magníficas, como esa según la cual Fidel poseía potente energía y voluntad que «atraían y siguen atrayendo como un imán».
La amistad ruso-cubana legada por Fidel Castro es la riqueza común de nuestros pueblos, dijo Vladimir Putin; y enunció con énfasis: «Juntos seguiremos fortaleciendo nuestra alianza, defendiendo los valores de libertad, igualdad, y justicia».
En esa ocasión el Presidente Díaz-Canel recordó que la figura de Fidel Castro «está íntimamente ligada a la amistad que por más de 60 años se ha forjado entre nuestros dos pueblos y gobiernos». El Jefe de Estado, fruto genuino de la Revolución cubana e impregnado del cariño que el alma rusa inspira a los hijos de la Isla, hizo referencia a la admiración que el Comandante en Jefe sentía por esa nación que supo llevar seres humanos al cosmos, y que mostró una inmensa capacidad de sacrificio cuando se enfrentó a las fuerzas fascistas.
«Estimados amigos, compañeros, quiero recordar con profundo agradecimiento –dijo el mandatario cubano aquella tarde inolvidable del 2022- las bellas palabras que en nombre del pueblo ruso escribiera el Presidente Vladimir Putin ante el fallecimiento de Fidel, hace seis años». Y ese fue el momento de traer a colación lo que dijera Putin en aquellas horas tan tristes: Fidel Castro era un amigo sincero en el que Rusia podía confiar, e hizo una enorme contribución a la formación y al desarrollo de las relaciones ruso-cubanas, a la estrecha cooperación estratégica en todos los campos.

Son múltiples y hermosos los ejemplos que demuestran ese poderoso imán que une a los dos países. En aquella visita del mandatario cubano a Rusia, en noviembre del 2022, se dio otro encuentro trascendental: el dignatario fue recibido por Su Santidad Kirill, Patriarca de Moscú y de Toda Rusia, en el Monasterio Danilovsk, sede de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Y allí, un gesto inolvidable tuvo lugar: Díaz-Canel Bermúdez reiteró a su importante anfitrión «nuestro eterno agradecimiento por la propuesta que usted hizo para que fuera en Cuba el histórico encuentro con el Papa Francisco, en febrero de 2016».
Por aquella propuesta del Patriarca de Moscú y de Toda Rusia, la Mayor de las Antillas se convirtió en un escenario de reconciliación, en un espacio donde quedó superado, gracias al encuentro de las máximas figuras de las dos iglesias, un desencuentro milenario.
Al conversar con Díaz-Canel, Su Santidad Kirill dijo en aquel noviembre: «Nosotros los cristianos sabemos que la fuerza está en la verdad, y que Cuba continúe su existencia independiente y soberana, a pesar de toda la presión externa, lo confirma».

Una «historia tan bella de relaciones…». En tales términos se ha referido el Presidente Díaz-Canel Bermúdez a la amistad entre Cuba y Rusia. Él ha hablado incluso sobre la manera en que se han fortalecido esos vínculos que llegaron a los más diversos ámbitos y que «han pasado por las relaciones políticas y económico-comerciales, pero que también llegaron hasta las relaciones familiares, de amistad, de hermandad, de solidaridad y cooperación». Y cuando uno se detiene en esa historia, es tan hermosa -ha dicho el mandatario- que puede cautivar a los jóvenes; y qué mejor suerte que cautivar a los jóvenes -ha propuesto- para que se sientan responsables de hacer crecer y dar continuidad a estas relaciones.
Los 65 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y la entonces Unión Soviética se cumplirán este 8 de mayo. La naciente Revolución y el primer estado socialista del planeta retomaron los vínculos, interrumpidos en 1952 por el dictador Fulgencio Batista, e iniciaron juntos el camino marcado por la admiración, el respeto y el cariño.
Hoy las relaciones bilaterales son excelentes, cuentan con sólidos fundamentos históricos, así como con una indudable prioridad que ambos Gobiernos otorgan. Es una amistad que entiende mucho de la resistencia, y también del amor por lo que resulta digno.
Los fraternales lazos supieron sobreponerse a la desintegración de la Unión Soviética y recibieron un nuevo impulso tras la llegada de Vladimir Putin a la máxima magistratura del gigante euroasiático. Los últimos años han sido testigos del crecimiento y de la diversificación de las relaciones bilaterales. Las visitas a Rusia realizadas por el general de Ejército Raúl Castro Ruz, en su condición de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y de Miguel Díaz-Canel Bermúdez desde que asumiera la jefatura del Estado cubano, el intercambio constante de delegaciones al más alto nivel y la cooperación en esferas como energía, metalurgia, transporte, turismo, enfrentamiento al cambio climático, biotecnología e industria farmacéutica, así lo confirman.

Un momento de particular trascendencia en los vínculos lo constituyó el ingreso de Cuba -el 11 de diciembre de 2020 y en calidad de Estado observador- a la Unión Económica Euroasiática, importante espacio que agrupa a varias de las naciones que integraron la extinta URSS.
Los nexos bilaterales entre la Mayor de las Antillas y Rusia ostentan sólidos componentes y resultan significativos para el Plan de Desarrollo Económico-Social de Cuba hasta el año 2030, en sectores claves que, a su vez, brindan oportunidades a las compañías rusas.
Esta, la quinta visita de Miguel Díaz-Canel Bermúdez a la nación euroasiática, en calidad de dignatario, se inscribe en los esfuerzos conjuntos por continuar consolidando el alto nivel de diálogo político-diplomático, los lazos de amistad entre ambos pueblos, rendir tributo a los caídos en la Gran Guerra Patria -en el aniversario 80 de la Gran Victoria-, así como en el propósito de elevar el nivel de las relaciones económicas, comerciales, financieras y de cooperación, al excelente nivel de los nexos políticos y diplomáticos entre ambos países.
Aquella fría tarde de noviembre del 2022, cuando quedó inaugurado el monumento al Comandante en Jefe, el Presidente de la Federación de Rusia contó ante ciudadanos de su nación, y ante cubanos presentes en el acto, que tuvo la suerte de reunirse reiteradamente con Fidel, de sostener con él largas pláticas –la última, en julio del 2014-. De tal cercanía, según dijo, le «impresionaron sus conocimientos enciclopédicos, su profunda cosmovisión de los sucesos, su mente aguda y valoraciones precisas», y su amistad profunda con la nación euroasiática, a la cual visitó por vez primera en 1963, y a la que iba «en cualquier momento: en verano, en invierno, con o sin nieve».
Pareciera que aquellas largas pláticas no han llegado a su fin, y que están teniendo nuevos artífices, lo mismo en una noche de nieve, que en una mañana de sol quemante. Esa voluntad sigue hermanando almas, y en esa unión encuentran su mejor voz y disposición, tanto la heroica Isla del Caribe, como la inmensa Rusia.

(Fuente: Tomado de Presidencia Cuba )