Cuando la terapia incluye al corazón

Por Yeris del Sauzal

Las manos de Idel Manuel Hernández Acevedo comenzaron a temblar de manera abrupta. Sus ideas se descontinuaban tanto como las líneas que no lograban completar el diseño. Tropezó con la frustración y una incertidumbre que duró 4 años. Fue así como comenzó a girar el mundo para el lado contrario de sus sueños y pensó su vida como un regalo robado.  

Conoce la historia en sonidos:

“Visité a disímiles especialistas de varias ramas de la medicina para saber qué me pasaba, porque padecía problemas al sujetar algo con las manos, ardor al caminar y cuando estaba mucho rato de pie. Parecía una enfermedad de Ortopedia. En 2016 descubren que mi nueva compañera de viaje sería la Esclerosis Múltiple”, cuenta el habanero de 33 años.

“Este padecimiento me ha ido limitando como diseñador. Ya no puedo permanecer durante horas frente a un ordenador; y realizar alguna actividad o trabajo manual no es tan simple. He tenido que reinventarme”.

Lejos de la capital cubana, Idel encontró un dulce refugio que le insufló fuerzas para sanar del pesimismo.  

“Al Hospital Provincial de Rehabilitación Doctor Faustino Pérez Hernández, de Sancti Spíritus, llego siempre auxiliándome de un bastón. Cuando termino de cumplir el ciclo de terapia, siento que me puedo comer el mundo y eso es lo más importante”, dice.

“Di con el centro por recomendaciones que me hicieron amigos que igual conviven con la enfermedad. Me hablaron del Programa Nacional de Esclerosis Múltiple, de referencia por sus resultados. Me dijeron que me iba a sentir bien por el trato de los especialistas. Ellos nos acogen como familia”.

No solo la terapia rehabilitadora ha hecho de las suyas con la salud de Idel. Una pujanza, como de otro mundo, tomó las riendas en su existencia. Llegó a inicios de este 2025, con el nombre de Lorena Pérez Jiménez. Ella nació con Parálisis Cerebral, y desde niña había clavado sus pupilas en el techo de habitaciones hospitalarias, donde contaba grietas con el anhelo de que fueran estrellas.

“Fue algo inesperado. Yo iba saliendo de la enfermería y pasé frente a la habitación donde ella se alojaba por su ingreso y solamente la vi de refilón. Quedé impactado. No supe qué decir. Puede sonar un poco cursi o trillado, pero quedé prendado”, cuenta.

Lorena también da su versión del momento del flechazo “disparado” en ambas direcciones.

“Al segundo día, cuando estaba en el gimnasio él se acerca a mí y nos presentamos de manera muy breve, porque debía continuar con la rehabilitación. En la tarde, conversamos e intercambiamos información de nuestras vidas. Desde ese momento los bancos del parque del hospital se convirtieron en nuestros cómplices, y el tiempo de diálogo en la tarde, y en las noches pasó a formar parte de nuestra rutina diaria”.

Fotos: Cortesía de los entrevistados.

El amor de Idel también ha trasfundido energías para que Lorena sienta plena felicidad.

“Han sido cinco meses hermosos. Llegó a mi vida en un momento importante, de crecimiento profesional, porque culminé mi carrera de Psicología, y él se volvió parte de todo”, refiere la joven, quien guarda en sus ojos incontables historias soñadas.

A la par, Idel con una fuerza superior con la que sostiene el bastón impuesto por la Esclerosis Múltiple, abraza aquellos anhelos que quisiera fueran realidad. Por eso ambos desandan la vida sin enfermarse por la distancia, con corazones que ya no saben latir despacio, con el amor apretado entre las manos.

“Pensamos en un primer momento que la distancia podía convertirse en un problema, pues yo vivo en La Habana y ella vive en Jatibonico; pero hoy nos damos cuenta que más que un obstáculo, eso es un reto a superar cada mes”.

“La primera meta es continuar fortaleciendo esta bonita relación”, dice con tono cómplice Lorena, y, como el complemento que son, Idel le sigue la rima: “y en un futuro comenzaremos a vivir juntos, formaremos una familia. Ese es nuestro proyecto de vida”.

En el Hospital Provincial de Rehabilitación Doctor Faustino Pérez Hernández, de Sancti Spíritus, trasciende la historia de esta pareja. Ellos han aprendido a convertir los pesares en risas, y lo han hecho con la complicidad de un equipo médico que inyecta optimismo y capacidad para amar.

Autor