Entre el tizne y el hollín, emerge la voluntad

Las llamas transformaron la moderna planta de procesamiento de langostas de  Pinar del Río  en un paisaje desolador, donde el hollín y el olor a amoníaco dibujan la nueva realidad, en la Empresa Pesquera Industrial La Coloma (Epicol).

Entre paredes carbonizadas, máquinas dañadas e inertes, escombros,  y mucho ruido, hombres y mujeres con  voluntad,  escriben historias después del fuego.

Los 175 de la planta asumen las tareas de recogida de piezas metálicas, limpieza, traslado de partes y piezas de equipos devorados por el fuego, tareas que se asumen con todo rigor  y con el adecuado uso  de los medios de protección, sobre todo, de cascos y guantes para evitar accidentes.

En Epicol, el trabajo pericial continúa para determinar las causas del siniestro que en la madrugada del once de octubre, arrebató la tranquilidad de la comunidad donde está enclavado un  centro, que aporta cifras millonarias a la economía nacional.

Tras el desastre, la búsqueda de alternativas que garanticen  captura de la langosta,  empleo y salario a los trabajadores.

Según el director  general de la entidad Yordan Nogueira Tapia, en estos momentos hay embarcaciones en las zonas de pesca en tanto,  las capturas de langosta se procesarán en  las industrias de Batabanó y de  Isla de la Juventud.

Además, con la entrada en los próximos días  de materias primas para la planta de proceso del pescado, se ampliará  la elaboración de conformados y establecerán dos turnos de trabajo. De esta forma se podrá  garantizar empleo a  trabajadores de la planta de langosta, mientras  otro grupo permanecerá en las propias labores de recuperación.

El camino hacia la recuperación  es largo. Los daños económicos superan preliminarmente los 110 millones de pesos moneda total, sin embargo, entre el tizne y el hollín, emerge una vez más la voluntad de una comunidad que resiste huracanes y desafía el fuego.

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