Teresita Fernández

Sembró violetas para la infancia

Este 20 de diciembre, la inolvidable Teresita Fernández, estaría cumpliendo 95 años. «Soy una maestra que canta», dijo muchas veces y así la arropamos en nuestros corazones.

Teresita comprendía que la música para la infancia no debía ser superficial ni simplificada en exceso. Su obra demuestra que los niños y niñas pueden relacionarse con propuestas profundas, honestas y bellas. Componer para ellos fue, en su caso, un acto de responsabilidad y de amor.

Hoy, su música sigue siendo una referencia imprescindible. Nos recuerda que educar a través del arte es sembrar sensibilidad, pensamiento y humanidad; que una canción puede acompañar toda una vida; y que, como ella misma hizo, sembrar violetas en la infancia es una forma silenciosa y duradera de transformar el mundo.

La autora de inolvidables canciones infantiles como Tía jutía, Canta pajarito, Mi gatico Vinagrito, Dame la mano y danzaremos, Tin, tin, la lluvia…continúa en la memoria de amigos y seguidores por ser la cantautora más destacada en la creación musical para niños.

Nacida en Santa Clara, capital de la antigua provincia Las Villas, en diciembre de 1930, ya cantaba a los cuatro años.

«Yo soy una maestra que canta», es su biografía escrita por la reconocida periodista santaclareña Alicia Elizundia Ramírez, en la que Teresita expresa que le interesaba la poesía tanto como la música y que es la canción la que une a ambas manifestaciones.

Fue a los 12 años cuando conoció a Benito Vargas, un tabaquero y trovador que por las noches se dedicaba a dar serenatas y le enseñó los acordes esenciales de la guitarra.

A lo largo de su carrera recibió innumerables reconocimientos de la Egrem, la Orden por la Cultura Nacional, el Premio Nacional de la Música 2009 por el conjunto de su obra y la Réplica del machete de Máximo Gómez, por solo mencionar algunos.

El intelectual Víctor Casaus la describió así:

Amorosa e irreverente, auténtica y solidaria, amiga de sus amigos hasta las últimas consecuencias.

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