Irving Saladito, indiscutible monarca del salto de longitud en la cita mundialista, celebrada en Osaka, Japón (2007), volvió a reeditar hazañas similares alas del cubano Iván Pedroso, su ídolo de siempre.

Ahora en Beijing, el muchacho cumplió con los vaticinios y conquistó la presea dorada con amplio margen sobre los dos principales escoltas, el sudafricano Khotso Mokoena (8.24 metros) y el cubano Ibrahim Camejo (8.24).

La marca de Saladito (8.34) fue suficiente, sin asombrar a los especialistas, pues se trata de un  hombre que mantiene en la hoja de servicios excelente registro de 8.73.

El panameño tomó la cabeza en la tercera ronda con 8,21 y ya no la abandonó. En el cuarto se marchó hasta esos 8,34 que le bastaron para proclamarse campeón olímpico y cerrar el círculo iniciado en Osaka.

Otro componente de la escuela cubana del salto largo, Wilfredo Martínez, finalizó igualado con el zimbabuense con 8,19, pero con un segundo salto peor.

Entre los representantes de Latinoamérica presentes en los podios de premiaciones, también encontramos a la discóbola cubana Yarelis Barrios (63.64), quien solo cedió terreno frente a la estadounidense Stephanie Bronw, ganadora con registro de 64.74.

Por cierto, esa es la primera vez que una lanzadora de disco de los Estados Unidos conquista la medalla de oro desde 1932, oportunidad en la que Lilia Copeland (40.58) lo hizo en la ciudad californiana de Los Ángeles.

La cubana Yipsi Moreno encabezó la clasificación de las martillistas con formidable marca de 73.92 metros y de hecho aparece entre las principales favoritos para conquistar el título. 

Yipsi aún tiene clavada una profunda espina, luego de finalizar en la segunda posición en la capital griega, cuando el lanzamiento de 73.06 resultó inferior al de la rusa Olga Kuzenkova (75.02).

Ahora en Beijing la escoltaron la eslovaca Martina Hrasnova (72,87); la polaca Anita Wlodarczyk (71,76) y la alemana Betty Heidler (71,51), además de la polaca Camila Skolemowska y la china Wenxiu Zhang, bronce en Osaka.