Por primera vez en más de dos décadas, todos los candidatos presidenciales de Bolivia se reunieron en un mismo escenario para participar en un debate organizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). El evento, denominado Bolivia Vota, tuvo lugar en vísperas de las elecciones del 17 de agosto.
El presidente interino del TSE, Oscar Hassenteufel, abrió el debate destacando su propósito: garantizar un voto informado. “El voto informado es la herramienta más poderosa que tenemos los bolivianos para influir positivamente en la dirección de nuestro país”, afirmó. El organismo electoral, junto con empresarios y periodistas, diseñó un formato con tiempos estrictos y un límite de tres preguntas por candidato, reglas que la moderación tuvo que hacer cumplir en varias ocasiones.
El primer debate presidencial se centró en los ejes de democracia, justicia y estado de derecho, y se desarrolló en un clima de confrontación. Aunque todos los candidatos expusieron sus propuestas, el intercambio de preguntas reveló una estrategia clara: los representantes de la derecha política concentraron sus intervenciones en cuestionar a Andrónico Rodríguez, candidato de la Alianza Popular y figura emergente de la izquierda boliviana.
Rodríguez, quien presidió el Senado desde 2020 y fue cercano a Evo Morales, fue señalado como heredero de un modelo que, según sus opositores, ha erosionado las instituciones. Samuel Doria Medina, empresario multimillonario y exministro de Economía —directo responsable del proceso de privatización de las empresas estatales bolivianas durante los años 90—, criticó a Rodríguez por supuestos avasallamientos en territorios indígenas, vinculándolos al accionar de sectores afines al MAS. Rodríguez respondió: «Yo no me hago cargo de los hechos de segundas o terceras personas. Nunca fui ministro ni viceministro».
Por su parte, Jorge «Tuto» Quiroga, quien, al igual que Doria Medina, avaló el golpe de Estado contra Evo Morales en 2019, fue otro de los principales contendientes. Durante sus primeras intervenciones, cuestionó la legitimidad de Rodríguez como representante de un «cambio real»: “¿Por qué negarse a aceptar que es el tercer hombre del masismo?”, lanzó Quiroga, en una crítica que busca desdibujar la narrativa de renovación que Rodríguez intenta proyectar.
Frente a estos cuestionamientos, Rodríguez no solo defendió su trayectoria, sino que desarrolló las acusaciones. Recordó que tanto Doria Medina como Quiroga formaron parte de gobiernos de la era neoliberal, cuyas políticas, afirmaron, dejaron muertos y heridos en represiones a movilizaciones campesinas y cocaleras. “Ustedes hablan de institucionalidad, pero ¿qué institucionalidad respetaron cuando enviaron al ejército a las zonas productoras de hoja de coca?”, planteó.
Mientras la derecha se centró en atacar a Rodríguez, el hasta hace poco ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, candidato del MAS, destacó la necesidad de una “revolución en la justicia” y estableció una fecha de quiebre simbólica: el 1 de enero de 2028, cuando nuevas autoridades asumieran el sistema judicial. Aunque evitó confrontar directamente a Rodríguez, sí lo interpeló sobre una declaración polémica respecto a la ley contra la violencia de género. La respuesta de Rodríguez fue la de marcar que los adversarios políticos son otros: «Cuando tú y yo éramos niños, nos llevaron a la pobreza y al hambre». El segundo debate, enfocado en economía y producción, se realizará en los próximos días en La Paz. En tanto, según el último sondeo publicado el pasado jueves por la corporación de medios Unitel , Andrónico Rodríguez contaría con poco más de un 6% de la intención de voto, mientras que el expresidente Tuto Quiroga, alineado a la ultraderecha internacional, acumularía un 19,6%, y Samuel Doria Medina sumaría un 21,5% . Por su parte, el oficialista Eduardo del Castillo apenas alcanzaría un 2,1%, lo que lo sitúa muy lejos de una potencial segunda vuelta.
(Fuente: Telesur)