La ONU ha probado que, todavía, tiene algo de utilidad: para oír a Trump sin filtro y para que los presidentes dignos digan verdades, aunque seguramente el emperador ni los escucha:
Merecía eso y más un presidente que apoya el genocidio en Gaza, que niega el Cambio Climático y llama estúpidos a los científicos que lo han probado, que amenaza con bombardear donde crea que tiene un adversarios, da igual si son naciones soberanas y, encima, amenaza con no pagar lo que le corresponde a su país para el sostenimiento de Naciones Unidas.
Petro habló de “nuevos Hitler” y responsabilizó a Trump de todo lo que le corresponde, petición de juicio por Tribunal Internacional incluida. Sin embargo, la mayor fuerza de su discurso estuvo en la narración de su propia experiencia: el gobierno más avanzado en el enfrentamiento a la droga en Colombia, ha sido descertificado por el gobierno del país que más drogas consume en el mundo.
Petro habló de genocidio y llamó a Trump cómplice de un crimen que es una vergüenza para la Humanidad. Al hablar de América Latina dijo lo que nadie se había atrevido a decir, salvo Venezuela: están atacando con misiles barcos de pescadores y están pretendiendo el petróleo de Venezuela bajo el pretexto del narcotráfico.
No fue solo Petro: hubo también un Lula y un presidente turco que mostró las fotos de la hambruna y el genocidio en Gaza, además del abandono en masa de los presentes cuando Netanyahu iba a hacer uso de la palabra.
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