La Habana, Cuba.- Como el combate que marcó la mayoría de edad del Ejército Rebelde, calificó Ernesto Che Guevara a la acción librada por la fuerza guerrillera en El Uvero, zona existente en uno de los llanos costeros abiertos entre los espolones montañosos de la vertiente sur de la Sierra Maestra.
El Uvero se localiza en el actual municipio de Guamá en la provincia de Santiago de Cuba.
Después de varios meses de haberse producido el reinicio de la lucha revolucionaria tras el desembarco de los expedicionarios del Granma, y la reorganización de la tropa rebelde y de entrenamiento de los nuevos combatientes, sobre todo de aquellos que procedían de la ciudad y no estaban acostumbrados a la vida en la montaña, Fidel Castro consideró que el Ejército Rebelde se hallaba en condiciones de enfrentarse exitosamente a los soldados de la dictadura.
Al enterarse en mayo de 1957 que por la costa norte de la provincia de Oriente se había producido el desembarco de un grupo de expedicionarios, aunque ellos no tenían ningún vínculo con el Ejército Rebelde, Fidel decidió realizar el ataque al cuartel de El Uvero con vistas a desviar la atención de las fuerzas del régimen dictatorial y en la medida de las posibilidades evitar que los que habían llegado a Cuba fuesen perseguidos tenazmente y aniquilados.
Hasta principios de 1957 la presencia militar en El Uvero consistía en una pareja de soldados dedicada fundamentalmente a cuidar los intereses de la compañía maderera existente en este lugar, pero ya en el mes de mayo, como parte del reforzamiento militar que la dictadura había llevado a cabo en las montañas orientales, había allí un contingente de 50 hombres.
El combate del Uvero se inició casi al amanecer del día 28 de mayo y se prolongó durante más de dos horas, pero finalmente los integrantes del Ejército Rebelde lograron vencer la resistencia ofrecida por los soldados de la dictadura.
Esta victoria reafirmó las posibilidades que tenía el Ejército Rebelde para seguir desarrollando la lucha revolucionaria.
Tras el triunfo de la Revolución al escribir acerca de sus vivencias en la guerra de liberación nacional, el Che evocó la significación que tuvo el combate del Uvero para la tropa rebelde y al respecto expresó: “Para nosotros fue además, la victoria que marcó la mayoría de edad de nuestra guerrilla. A partir de este combate, nuestra moral se acrecentó enormemente, nuestra decisión y nuestras esperanzas de triunfo aumentaron también, simultáneamente con la victoria y, aunque los meses siguientes fueron de dura prueba, ya estábamos en posesión del secreto de la victoria sobre el enemigo.”
Una vez concluido el combate del Uvero el Che tuvo su reencuentro con su profesión de médico al atender a los heridos tanto a los combatientes rebeldes como a los soldados del régimen dictatorial.
Al rememorar ese instante en el trabajo que publicó años después en la revista “Verde Olivo”, en la edición correspondiente al 4 de febrero de 1962: “El reencuentro con la profesión médica tuvo para mí algunos momentos muy emocionantes.”
El Che recordó que atendió primero a uno de los integrantes del ejército Rebelde que se hallaba muy grave porque una bala tras haberle partido su brazo derecho y atravesar el pulmón aparentemente se le había incrustado en la columna y le había privado del movimiento en las dos piernas.
Y el Che también señaló: “Su estado era gravísimo y apenas si me fue posible darle algún calmante y ceñirle apretadamente el tórax para que respirara mejor.
Precisó el Che que trataron de salvarlo de la única forma posible, es decir dejarlo en poder de los soldados contando con la garantía del honor del médico de atenderlo porque era imposible poder trasladarlo.
Igualmente detalló el Che que cuando se lo comunicó al combatiente éste “me saludó con una sonrisa triste que podía decir más que todas las palabras en ese momento y que expresaba su convicción de que todo había acabado. Lo sabía también y estuve tentado en aquel momento de depositar en su frente un beso de despedida pero, en mí más que en nadie, significaba la sentencia de muerte para el compañero y el deber me indicaba que no debía amargar más sus últimos momentos con la confirmación de algo de lo que él ya tenía casi absoluta certeza.”
En los días posteriores al combate del Uvero, Fidel encomendó al Che el cuidado de los combatientes rebeldes que se hallaban heridos.
Fue así cómo se decidió que en la práctica se creara otra pequeña Columna que sería dirigida por el Che, la que con el decursar de las siguientes semanas se fue nutriendo con otros combatientes y estuvo en condiciones de librar en forma exitosa enfrentamientos con los soldados de la dictadura batistiana, como serían los acaecidos en las zonas de Bueycito y El Hombrito, respectivamente.