Nos empecinamos en comprarnos aquellos zapatos, simple y llanamente porque están de moda, sin tener en cuenta que nos aprietan sobremanera y al cabo de un rato se tornan verdaderos artefactos de tortura. Pero nada, nos los volvemos a poner, al final, terminamos con onicocriptosis.

Ese es el nombre científico que reciben las uñas encarnadas, esas que hemos padecido alguna que otra vez y se originan cuando el borde de la uña del pie penetra en la piel del dedo. La reacción no se hace esperar: la uña clavada en la piel causa una herida, puede infectarse y provocar un absceso, pus, que duele, duele mucho.

Diversas pueden ser las causas de la onicocriptosis: una malformación genética de las uñas; la forma de caminar; un mal corte o el uso de zapatos pequeños y estrechos.

Este doloroso padecimiento puede agravarse por el envejecimiento cuando las uñas suelen tornarse más gruesas y a veces se curvan, también la diabetes mellitus pasa factura en ocasiones. Dicha enfermedad, al afectar los nervios de las piernas y producir una disminución del riego sanguíneo, puede originar el temido pie diabético.

En todos los casos, se impone una visita al podólogo quien prescribirá el tratamiento a seguir, eliminar, por supuesto, el calzado inapropiado y algo que podemos hacer en casa o con el especialista: un buen corte de uñas.

Si se decide a hacerlo Usted mismo, tenga presente no usar tijeras de punta afilada, sino un corta uñas o un alicate recto. En los niños hasta los dos años puede emplear tijeras de punta roma o cortaúñas especiales para bebitos.

Prefiera las limas de cartón a las metálicas, y hágase la pedicura tras bañarse o después de haber puesto los pies en agua tibia durante unos diez o quince minutos a fin de que las uñas estén más blandas. Recuerde hacer los cortes en  forma recta, evite cortar los lados, para ello límelos ligeramente con la lima de cartón. Y por último dese un masaje con crema.

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