Antes del triunfo de la Revolución en 1959 decir la palabra campesino era evocar un tiempo de pobreza, abandono, enfermedades y muerte, sin embargo, después de esa fecha adquiría otra dimensión vinculada a una mejor vida, salud, educación, tierra y sobre todo esperanza.
El 17 de mayo de 1959 se firma la primera Ley de Reforma Agraria que abrió el camino a las transformaciones económicas y sociales más profundas de la Revolución Cubana. Esta Ley evidenció el carácter nacional liberador y socialmente avanzado de la etapa democrática popular agraria y antimperialista, según un sitio web consultado.
También considera que: la Ley de Reforma Agraria proscribió el latifundio en Cuba, fijando en 30 el límite máximo de caballerías a poseer por personas naturales o jurídicas.

Las tierras de los que excedieran ese total fueron nacionalizadas y repartidas entre los campesinos y obreros agrícolas. Por indicaciones de la Ley también fueron objeto de reparto las tierras pertenecientes al Estado y a los municipios. La Revolución le cierra las puertas a la indigencia cuando el campesino alcanza su plena igualdad y es dueño de la tierra que trabaja.
Esta fecha fue instituida entonces como el Día del Campesino y dos años después, el 17 de mayo de 1961, se creó la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
A partir de entonces la Revolución tuvo un aliado para desarrollar múltiples planes de superación y de índole técnica y agrícola que convirtió al campesino en un ente vivo y activo de la sociedad cubana.

Ese día de 1946 fue asesinado en “El Vínculo” (Guantánamo), a los 38 años de edad, el campesino cubano Niceto Pérez García, por geófagos que servían a las órdenes de Lino Mancebo. Había nacido en San Antonio de los Baños el 20 de marzo de 1908.
Símbolo de resistencia para el campesinado cubano, fue uno de los tantos que antes de la Revolución murió en manos de terratenientes.
Según recoge la historia Niceto Pérez García cae muerto casi llegando a su bohío en la finca María Luisa, de la hacienda El Vínculo. Uno de los guardias, de apellido Charón, de una pareja al servicio del terrateniente Lino Mancebo le ha disparado momentos antes con un Springfield al humilde agricultor, después de llamarlo por su nombre y verlo levantar la cabeza del surco.
Niceto se opuso a quienes querían quitarles las tierras a los precaristas como él y apoyó las varias denuncias de la Federación Campesina de Oriente ante el Ministerio de Agricultura, por las amenazas de desalojo a 128 familias con más de 20 años en El Vínculo. Su muerte constituyó un símbolo de las luchas por los derechos de los campesinos.

El lugar era simbólico también porque, como reconoce el propio Fidel, los campesinos fueron de los primeros que ayudaron a sostener a los rebeldes, a veces arriesgando sus propias vidas.
Así lo había denunciado al abordar el problema de la tierra en Cuba en su alegato conocido como “La Historia me Absolverá”, por el asalto revolucionario a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, al referirse a que el 85 por ciento de los agricultores pagaban renta, vivían en permanente amenaza de desalojo y 200 mil familias no tenían una vara de tierra que cultivar.
Por eso, el guía de la Revolución Cubana manifestaba la satisfacción de la Revolución «por haber cumplido una promesa más, por haber contribuido a hacer posible el bienestar de todos los compatriotas que han estado sufriendo el abandono y el olvido”.

Los historiadores lo aseveran:
Firmada simbólicamente en la Comandancia Rebelde en La Plata, Sierra Maestra, esta ley fue la más trascendental de las medidas de la Revolución en su primera etapa, pues benefició a más de cien mil familias campesinas y liquidó al latifundismo y el dominio imperialista sobre las tierras.
Por todo lo que representa el 17 de mayo será siempre un día especial para el campesinado cubano.
