El cáncer de próstata: un desafío silencioso para la salud masculina en Cuba

El cáncer de próstata: un desafío silencioso para la salud masculina en Cuba

Hablar del cáncer de próstata en el marco de su jornada internacional, cuya fecha central es este 11 de junio, es más que señalar la relevancia de una efeméride; es reconocer la urgencia de actuar frente a una enfermedad que, pese a su alta incidencia, sigue detectándose en etapas avanzadas en buena parte del mundo, incluida Cuba, y que también visibiliza el compromiso de los profesionales médicos a favor de la vida.

«Detectar a tiempo es dar una segunda oportunidad», afirma el doctor Antonio Bouzó López, especialista en Urología y Profesor Auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas Manuel Fajardo de La Habana.

Destaca que uno de los momentos claves tras la sospecha diagnóstica es el proceso que implica estudios de química sanguínea, imágenes del abdomen y la pelvis, resonancias magnéticas e incluso gammagrafías óseas, de ser necesarias. «De estos análisis depende la clasificación del cáncer en una de sus etapas clínicas, desde la I y II —llamadas localizadas— hasta la IV, metastásica. El tratamiento en fases iniciales puede ser curativo, aunque personalmente prefiero hablar de controlar la enfermedad a corto, mediano o largo plazo», subraya el doctor, recordando que las etapas I y II ofrecen mayores posibilidades terapéuticas.

En la etapa III ya se requiere una combinación de tratamiento hormonal y radioterapia, mientras que en la IV, cuando el cáncer se ha diseminado, la realidad es mucho más compleja. No obstante, «incluso en etapa metastásica, se puede lograr un control de la enfermedad entre tres y cinco años», y posteriormente incorporar tratamientos adicionales que, aunque costosos, ayudan a prolongar la vida.

En este punto, Bouzó no elude la realidad: existen múltiples terapias a nivel internacional que son tan efectivas como inaccesibles por sus precios elevados. De ahí la importancia vital de la conciencia social. «Concientizar es dar luz donde aún hay sombras», insiste, convencido de que educar a la población puede marcar la diferencia entre una evolución positiva y un diagnóstico tardío.

El cáncer de próstata —explica— no cuenta con factores de riesgo modificables, como sucede con otras enfermedades, por lo que el envejecimiento y los antecedentes familiares siguen siendo los principales indicadores de alerta. Por ello, «mientras antes se detecte, más vidas podemos proteger», remarca.

En resumen, aunque la ciencia aporta herramientas valiosas, es el conocimiento ciudadano y el acceso a controles regulares lo que puede revertir una tendencia que aún preocupa. «Porque mientras antes se detecte, más tiempo se gana y más vida se honra.»

El cáncer de próstata constituye una de las enfermedades oncológicas más frecuentes entre los hombres, compitiendo incluso con el cáncer de pulmón por el primer lugar en incidencia, manifiesta Bouzó López, Especialista en Urología y Profesor Auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas Manuel Fajardo de La Habana.

Como Jefe de Servicio de Uroncología  del Instituto de Oncología y Radiobiología de Cuba (INOR) reconoce que «en muchos casos, las estadísticas muestran que el de próstata supera en frecuencia al pulmonar, lo que ha encendido las alarmas de especialistas y sistemas de salud, sobre todo en contextos donde los recursos son limitados».

Una de las principales dificultades que presenta esta enfermedad radica en la ausencia de factores de riesgo modificables. A diferencia del cáncer de pulmón —relacionado con el tabaquismo o la exposición a sustancias tóxicas—, el de próstata, refiere el especialista, tiene un origen más ligado al envejecimiento y a los antecedentes familiares, lo que lo convierte en un enemigo silencioso, difícil de prevenir mediante cambios en el estilo de vida.

Continúa expresando que el diagnóstico temprano es crucial, principalmente en hombres mayores de 50 o 70 años se requiere la realización de análisis complejos, como el antígeno prostático específico (PSA, por sus siglas en inglés). No basta con conocer su valor total: también se deben analizar su fracción libre, la relación entre ambos y la densidad del PSA, para tener una lectura precisa del estado prostático.

Este análisis, sin embargo, necesita ser interpretado por personal altamente capacitado, ya que el PSA no es un marcador específico de cáncer, sino de la próstata en general. Puede elevarse por múltiples causas benignas —como infecciones urinarias, agrandamiento prostático o incluso una eyaculación reciente—, y mantenerse dentro de rangos normales incluso ante tumores altamente agresivos, aunque estos últimos representan menos del 1% de los casos.

En este escenario, consideró cuán relevantes resultan la sensibilización, la educación sanitaria y el fortalecimiento de programas médicos, como herramientas imprescindibles para enfrentar una enfermedad que, pese a su silencio, puede tener un impacto devastador si no se detecta a tiempo.

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