Trascienden el tiempo varias fotos sobre la salida de Fidel y sus compañeros moncadistas del Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos el 15 de mayo de 1955 luego de guardar prisión por casi 20 meses.
Las imágenes recogen de aquellos momentos imperecederos: emoción, lágrimas, tristeza por los caídos, el júbilo por el reencuentro y la fuerza para continuar la lucha.
En el juicio por los sucesos del Moncada Fidel expresaba: “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo…”.
El líder de la Revolución estaba consciente de que más que cumplir una condena en la Isla de Pinos, el tirano trataría de sepultarlo allí, como pago a su heroico gesto por la libertad de los cubanos.
El 15 de mayo de 1955, un día como el de hoy, hace 70 años, las puertas del Presidio Modelo de la Isla de Pinos se abrieron para Fidel y el resto de sus compañeros de lucha.
Debido a la presión popular, el régimen de Batista se vió obligado a decretar una amnistía otorgándoles la libertad a los presos por los sucesos del Moncada. Al respecto Fidel afirmó que no aceptarían la libertad a cambio de concesiones.
Después de veinte meses nos sentimos firmes y enteros como el primer día. No queremos amnistía al precio de la deshonra.
Pero sus pretensiones no fueron más que eso, porque si bien Fidel fue confinado en celda y pabellón apartes del resto de los moncadistas, el vínculo entre ellos nunca se perdió, gracias a la solidaridad de otros presos.


Un sitio web consultado fue preciso sobre el significado del tiempo en la cárcel:
Para Fidel la prisión constituyó una etapa de duro trabajo y de preparación para la lucha futura, así como para reafirmar sus convicciones de revolucionario martiano y por qué no, de marxista-leninista.
La prisión le sirvió además para escribir con lujo de detalles el texto de su histórico alegato de autodefensa, que fue sacado de su celda y publicado clandestinamente, con el título de “La Historia me Absolverá”, el cual vino a ser el Programa de la Revolución que se había reiniciado el 26 de Julio de 1953 con el asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en la ciudad de Bayamo.
Se habían abierto las rejas del Reclusorio Nacional para Hombres de Isla de Pinos, llamado Presidio Modelo, pero no se trataba de un gesto de generosidad del régimen de Fulgencio Batista, sino de una decisión que la presión popular le había arrancado al tirano. Finalmente, llegó el tan esperado día de la libertad, sin condicionamientos. Era 15 de mayo de 1955. El pueblo le había abierto a su vanguardia las rejas de la cárcel.
Al valorar el significado de este acontecimiento, el historiador Mario Mencía resaltó: “sirvió para atacar y debilitar a la tiranía en un marco legalmente permitido que esta no pudo eludir; incentivó la actividad política contra el régimen de amplios sectores ya que apeló a sentimientos positivos y justos; promovió un gran despliegue publicitario que atrajo el interés sobre los revolucionarios, y lo más importante: significó un viraje de la situación política del país a favor de la vanguardia revolucionaria”.
