Día de los padres

El mejor de los padres

Muchos afirman que las niñas sienten preferencia por sus padres mientras que los varones se acercan más a sus madres, pero eso es simple suposición, en mi caso lo cierto es que yo adoraba a mi padre. Hoy al cabo de cuatro décadas de su desaparición física lo recuerdo con nitidez y amor.

Era un hombre alto y fuerte que se ganaba la vida como estibador de sacos de azúcar en un central azucarero de la provincial de Sancti Spíritus, en el centro del país.

En el llamado tiempo muerto en los centrales en que se trabajaban solo tres meses al año en la zafra azucarera se iba para La Habana para trabajar de auxiliar de albañil y así ganar un poco de dinero y mantener a la familia que quedaba atrás.

El padre es la persona a quien de pequeños acudíamos cuando mamá regañaba, y luego al crecer le consultábamos los asuntos importantes, porque siempre estaba la certeza de sus buenos consejos. Casi siempre le decíamos papi o pipo.

Por lo general mi mamá era la que imponía la disciplina en mi casa. Si cometíamos, mi hermana y yo,  alguna  u otra falta el recibía los regaños y las quejas junto a nosotras.

Si de niña enfermábamos, el desespero y la preocupación por nuestro bienestar no desaparecía hasta tanto no quedaba atrás la enfermedad. Eran los días de complacernos con las golosinas, la leche condensada, la malta y los ricos refrescos.

Le agradezco, el ejemplo de su vida que dedicó al trabajo su gran orgullo. Él decía con razón: ¡cuiden el trabajo que es lo único seguro en la vida!

No obstante alcanzar el sexto grado después de 1959 me escribió las cartas más hermosas y tiernas cuando me ausentaba de la casa para ir a la escuela al campo. En ellas me aconsejaba y avizoraba que el tiempo pasaría pronto para estar de nuevo en la casa. Al final decía: te quiere papi.

Sus abrazos daban fuerza y el encanto de la alegría. El padre es ese ser único que nos acompaña desde que nacemos, por un camino que a veces tiene tropiezos y dificultades y que el se encarga de resolver.

A través suyo conocí valores como la honradez, la bondad, el respeto a los mayores, y el amor a la Revolución y a Fidel.

No existe palabra alguna que defina el cariño que sentí por quien fue mi apoyo y guía en la vida, y permanece por siempre en mis recuerdos más amados.

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