plaza roja de moscó

El simbolismo del Desfile de la Victoria: que la II guerra mundial no se repita

La Plaza Roja vibró una vez más con el “Desfile de la victoria”, 80 años nos separan de aquel mayo que marcó el triunfo sobre el fascismo en la Gran Guerra Patria. Hace ocho décadas, la Unión Soviética selló la derrota ante la Alemania nazi, un hito que cambió el rumbo de la historia. Hoy, en medio de no pocos desafíos, recordamos aquel 1945, celebramos la resiliencia de un pueblo y reflexionamos sobre las lecciones de esta gesta.

El 8 de mayo de 1945, a las 10:43, hora de Alemania, el mariscal nazi Wilhelm Keitel firmó la capitulación incondicional ante el mariscal soviético Gueórgui Zhúkov. En Moscú, ya era la madrugada del 9 de mayo. El locutor Yuri Levitan llevó la noticia al mundo, y los fuegos artificiales iluminaron el cielo. La Gran Guerra Patria, iniciada con la invasión nazi de 1941, llegaba a su fin tras cuatro años de devastación que cobraron 27 millones de vidas soviéticas, el más lamentable genocidio del siglo XX.

El heroísmo del pueblo soviético fue clave. Desde la defensa de Moscú, la resistencia de la entonces ciudad Leningrado, hasta la victoria en Stalingrado, además de la ofensiva en el Arco de Kursk, el Ejército Rojo hizo añicos el mito de la invencibilidad nazi. La bandera de la hoz y el martillo ondeó sobre el parlamento alemán, conocido como Reichstag, símbolo del triunfo.

El primer “Desfile de la victoria” ocurrió el 24 de junio de 1945, los adoquines de la Plaza Roja sintieron los orgullosos y determinantes pasos de más de 31.000 soldados de la Marina, de la Fuerza Aérea, de la guarnición de la capital, de escuelas y academias militares, junto a 2.800 oficiales y 1.400 músicos bajo una pertinaz lluvia. El mariscal Zhúkov, a caballo, pasó revista, mientras Konstantín Rokossovski comandó la parada.

De ese inicial “Desfile de la Victoria” se recuerda con especial conmoción el momento en que 200 banderas nazis fueron arrojadas al pie del Mausoleo de Lenin, al son de tambores. Tanques T-34, cohetes Katiuska y vehículos aliados como los Studebaker desfilaron, el símbolo de la fuerza de la coalición antifascista. Soldados polacos y el general búlgaro Vladímir Stoichev se unieron, en reflejo de la unidad, determinante en la alegría del cese de hostilidades. La lluvia empapó a todos, pero no apagó el espíritu de victoria.

Este 2025, el “Desfile de la Victoria” reunirá a miles de militares y tecnología moderna en la Plaza Roja. Desde 1995, se celebra anualmente, y desde 2012, la Marcha del Regimiento Inmortal lleva a millones a las calles con retratos de sus seres queridos caídos, mientras los sobrevivientes exhiben en sus pechos las medallas y en sus recuerdos el horror de los nazis y la valentía inagotable de un pueblo. Pero esta fecha es también un llamado a la reflexión. En un mundo donde el fascismo y el odio resurgen, y algunos intentan reescribir la historia, la victoria de 1945 nos recuerda la necesidad de defender la paz.

Cuba ha honrado siempre esta gesta. A pesar de que el Comandante en Jefe Fidel Castro nunca estuvo en un “Desfile de la victoria”, no faltaron en sus reflexiones y discursos, incluso en visitas a la antigua Unión Soviética, la mención a la hazaña determinante de los pueblos del este de Europa. En el año 1975, en el acto por el XXX aniversario de la victoria sobre el fascismo dijo:

Podemos tener una idea de cuántos cientos de millones de vidas, cuánto horror y cuánta esclavitud, cuánto dolor y cuánto sufrimiento ahorró a la humanidad la victoria sobre el fascismo.

En 2015, el General de Ejército Raúl Castro, entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, asistió al desfile del 70 aniversario en Moscú, participó junto a otros líderes en la colocación de una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido, un gesto de solidaridad entre pueblos hermanos. Nueve años después, en 2024, el presidente Miguel Díaz-Canel asistió al desfile del 79 aniversario, la reafirmación de que los lazos de hermandad entre Cuba y Rusia y el compromiso compartido con la memoria histórica siguen robustos en otras generaciones de líderes

El 9 de mayo es un día de celebración, pero también de alerta. Que las campanas de la victoria y la mística del “Desfile de la victoria” resuenen como un compromiso para que la barbarie de la Segunda Guerra Mundial no se repita.

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