El son, lo más sublime para el alma divertir

«El son es lo más sublime para el alma divertir». Tal vez estas sea una de las líneas más famosas concebidas para honrar a uno de esos géneros sobre los cuales descansan los cimientos de nuestra identidad. Nacida en las lomas del Oriente cubano, esta expresión músico-danzario no tardaría en hallar cultores no solo a lo largo y ancho de la Isla, sino también en diversas partes del mundo.

Como todo género de origen popular, el son asumiría, con el paso del tiempo, nuevos elementos rítmicos, corales e instrumentales, los cuales le harían ganar mayor complejidad. Por ejemplo, en La Habana, instrumentos originales como la botija y la marímbula serían sustituidos por el contrabajo. Además, aparecerían los sextetos, los cuales se transformarían luego en septetos al incorporar el cornetín y después la trompeta.

Con exponentes como el Sexteto Habanero, el Sexteto Occidente de María Teresa Vera, el Sexteto Nacional (luego Septeto) de Ignacio Piñeiro, el Trío Matamoros, entre otras agrupaciones de diversos formatos, el son mantiene, hoy por hoy, sus esencias a pesar de dialogar con otros ritmos.

Enriquecidotambién por los conjuntos, entre ellos, el de Arsenio Rodríguez, Casino y la Sonora Matancera, este género, permite apreciar la capacidad para improvisar y las habilidades para el baile de sus cultores.

Aclamado en escenarios de Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela, Colombia y México, el son  es, sin duda, reflejo de la mezcla cultural de la nación cubana, la cual atesora la huella de España y África.

Gracias a la labor incansable del músico camagüeyano Adalberto Álvarez- uno de los defensores más constantes de este género en la Isla- el 8 de mayo ha sido declarado oficialmente como el Día del Son Cubano. En conmemoración al nacimiento de Miguelito Cuní y Miguel Matamoros, la jornada también reconoce el legado de aquellos exponentes que han dejado una marca en el panorama musical nacional y mundial.

Aún cuando desde 2012 el son goza de la condición de Patrimonio de la Nación, todavía nos falta ver cumplir, completamente, el sueño del Caballero del Son, quien estaba convencido que el género que tanto cultivó en Son 14 y luego en Adalberto Álvarez y su Son merecía por derecho estar incluido dentro del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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