La música cubana no solo se escucha, se siente. Es esa mezcla de tambor africano, guitarra española y corazón caribeño que ha hecho del sonido cubano algo inconfundible en cualquier rincón del planeta, tema del cual compartimos en un nuevo episodio del podcast Encuentro.
Desde los tiempos coloniales hasta los escenarios internacionales, la historia de la música cubana es una larga conversación entre culturas, generaciones y emociones. Y como toda buena historia, empieza en los barrios y los solares, donde nació la rumba.
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De la rumba al son: el ritmo que nació del pueblo

La rumba fue el primer grito musical de identidad. Surgió de los tambores, las palmas y el canto improvisado, sin necesidad de grandes orquestas. Era una expresión de libertad, resistencia y fiesta.
En los patios habaneros se bailaba el guaguancó, el yambú o la columbia, y cada golpe de tambor era una forma de decir: “Aquí estamos”.
Pero Cuba nunca se quedó quieta. En el oriente de la isla, los campesinos mezclaron la guitarra española con los ritmos africanos, y de ese encuentro nació el son cubano, el género que definiría para siempre la identidad musical del país.
El son cubano fue la gran fusión: tenía poesía, tenía ritmo y sobre todo, tenía alma. Lo tocaban trovadores, bongoseros y marimberos en las fiestas populares, hasta que llegó a La Habana… y conquistó el mundo.
Gracias a figuras como Miguel Matamoros, Compay Segundo y el Sexteto Habanero, el son se volvió bandera nacional.
La Habana de los 50: mambo, elegancia y sabor
En los años 40 y 50, La Habana era una fiesta continua. Los clubes y cabarets vibraban con una nueva ola musical: el mambo.
Este ritmo explosivo, creado por Dámaso Pérez Prado, hizo que las orquestas cubanas fueran las más aclamadas en toda América Latina. Y cómo olvidar al inigualable Benny Moré, que llevó el mambo al corazón del pueblo con su voz y su estilo inconfundible.
Pero como todo en Cuba, la música siguió evolucionando. En los salones de baile, un nuevo ritmo empezó a sonar: el cha cha chá, inventado por Enrique Jorrín. Más elegante, más pausado, pero igual de sabroso, el cha cha chá se convirtió en una sensación en Nueva York, México y todo el Caribe.
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Del recuerdo al renacimiento: Buena Vista Social Club

Cuando parecía que el son había quedado en el pasado, la historia dio un giro mágico. A finales de los 90, el proyecto Buena Vista Social Club reunió a viejos músicos cubanos —entre ellos Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo— y devolvió al planeta la nostalgia del sonido más auténtico de la isla.
Sus canciones, como Chan Chan o Dos Gardenias, recordaron al mundo que la música cubana nunca muere; simplemente cambia de ritmo.
La timba y Los Van Van: el sonido moderno de Cuba

En los años 90 y 2000, una nueva generación de músicos volvió a revolucionarlo todo con la timba, una mezcla de salsa, funk, jazz y rumba moderna.
Y si hablamos de ese período, hay un nombre que no puede faltar: Los Van Van. Bajo la dirección de Juan Formell, esta agrupación llevó la música cubana a otro nivel, convirtiéndose en un símbolo de la modernidad sonora de la isla.
La timba fue el puente entre lo tradicional y lo urbano, entre el tambor del solar y la pista de discoteca. Era, y sigue siendo, puro fuego cubano.
Un país que suena a vida
La historia de la música cubana es la historia de su gente. De los que cantan aunque no tengan micrófono, de los que bailan aunque no haya luz, de los que siguen encontrando alegría en un tres, un bongó o una clave. De la rumba al mambo, del son cubano al cha cha chá, del Buena Vista Social Club a Los Van Van, la cultura cubana ha demostrado una y otra vez que su ritmo no tiene fronteras.