Encuentro: Tres joyas del cine cubano de los ´90

Encuentro: Tres joyas del cine cubano de los ´90

El cine cubano de la década del 90 surgió en un contexto histórico crítico, marcado por el período especial y la redefinición de la sociedad cubana tras la caída del bloque soviético. Este escenario propició una producción cinematográfica que, lejos de limitarse a la supervivencia, se caracterizó por una profunda exploración artística y temática.

Películas que hablaban de amor, identidad, frustración y esperanza empezaron a ganar premios y a poner el cine cubano en el mapa mundial. De todas esas, tres se llevaron los reflectores: Fresa y chocolate, La vida es silbar y Madagascar. No solo fueron éxitos en festivales, sino que le dieron voz a temas que antes eran tabú. En el Podcast Encuentro compartimos por qué estas tres cintas son tan importantes.

Conozca más detalles en el Podcast Encuentro:

Fresa y chocolate: La amistad que desafió prejuicios

David es un joven comunista lleno de ideales. Diego es un artista gay, culto y cansado de la intolerancia. En La Habana de los 90, estos dos polos opuestos se encuentran y, contra todo pronóstico, forman una amistad profundamente humana. Juntos exploran sus diferencias, sus sueños y lo difícil que era ser «diferente» en una sociedad llena de reglas no escritas.

Esta fue la primera película cubana en hablar abiertamente de homofobia y censura. En un momento donde el tema era casi prohibido, Fresa y chocolate rompió el silencio y generó debates enormes dentro y fuera de Cuba.

Además, fue un éxito de crítica internacional: fue nominada al Óscar como Mejor Película Extranjera en 1994 y ganó el Goya a la mejor película extranjera de habla hispana en 1995.

Dirección y actores:

· Dirigida por Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y Juan Carlos Tabío, dos pesos pesados del cine cubano.

· Protagonizada por Jorge Perugorría (Diego) y Vladimir Cruz (David), que le dieron vida a una química inolvidable.

La vida es silbar: Un silbato en la oscuridad

Tres historias se entrelazan en una Habana que lucha por sobrevivir: Mariana, una bailarina que hace un voto de castidad para bailar Giselle; Elpidio, un músico obsesionado con el recuerdo de su madre; y Julia, una mujer que se desmaya cada vez que escucha la palabra «felicidad». La película es una reflexión poética y un poco surrealista sobre la búsqueda de la felicidad en tiempos difíciles.

Fernando Pérez, su director, usó un estilo novedoso y onírico que renovó el lenguaje del cine cubano. La cinta capturó el desencanto y la esperanza de toda una generación durante el Periodo Especial. Ganó el Premio Goya en 1999 como Mejor Película Extranjera de Habla Hispana y se convirtió en un símbolo de resistencia cultural.

Dirigida por Fernando Pérez, uno de los cineastas más importantes de Cuba. Protagonizada por Isabel Santos (Julia), Luis Alberto García (Elpidio) y Coralia Veloz (Mariana).

Madagascar: El silencio que habla fuerte

Laura es una profesora universitaria en crisis. Su hija Laurita es una adolescente que rechaza todo lo establecido y busca su propio camino. En una Habana casi vacía y silenciosa, madre e hija tratan de entenderse sin palabras. La película es minimalista, íntima y profundamente emotiva.

¿Por qué es tan especial? Madagascar se atrevió a alejarse de los dramas convencionales y optó por un lenguaje visual y poético. Abordó la desconexión generacional y la crisis de identidad de las mujeres cubanas de una manera nunca antes vista. Ganó el Premio Coral en el Festival de La Habana en 1994 por Mejor Dirección y Mejor Actriz (Laura de la Uz).

Dirigida otra vez por Fernando Pérez (sí, el mismo de La vida es silbar… el tipo era una máquina). Protagonizada por Zaida Castellanos (Laura) y Laura de la Uz (Laurita), quien se robó todas las miradas.

Legado conjunto: ¿Por qué estas películas no pasan de moda?

Estas tres películas no solo fueron importantes en su momento; definieron una era y abrieron caminos.

· Rompieron esquemas: Hablaron de homosexualidad, frustración existencial y conflictos familiares en un momento donde pocos se atrevían.

· Ganaron premios internacionales: Llevaron el nombre de Cuba a festivales de cine de todo el mundo.

· Influenciaron a nuevas generaciones: Directores jóvenes como Ernesto Daranas (Conducta) y Pavel Giroud (El acompañante) han reconocido su deuda con estas obras.

Hoy, más de 20 años después, se siguen viendo y discutiendo. No son solo «películas cubanas»; son películas universales que capturaron la esencia de una época difícil con honestidad, humor y una belleza visual increíble.

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