El Che: A veces los revolucionarios estamos solos
2018-05-23 07:28:30 / web.radiorebelde@icrt.cu / Astrid Barnet Rodríguez
23 de mayo de 1952 .- Ernesto Guevara y Alberto Granado se encuentran en el poblado de Nescuilla en el territorio peruano, donde habían llegado la noche anterior.
En sus Notas de viaje Ernesto específica que visitaron el Comando del ejército. Precisa que cuando se encontraban allí le pidieron que atendieran a un joven que se había caído de un camión y sangraba mucho y que determinaron que había que trasladarlo hacia algún lugar donde se le pudiera brindar una adecuada atención.
Salieron entonces en un vehículo al cual se autorizó para que se le diera prioridad para avanzar en medio de la cantidad de otros medios de transporte que se hallaban detenidos en la carretera.
Ernesto comenta:
“… a la tarde salimos ya, con el agregado de un herido que nos permitiría pasar donde la barrera lo impidiera. En efecto, a los pocos kilómetros, ya se había efectuado la detención de todos los otros y el nuestro seguía libre a Pucallpa, a donde llegamos ya entrada la noche”.
23 de mayo de 1964 .- El Comandante Ernesto Che Guevara agradece en carta enviada a Aleida Coto Martínez, Subdirectora de educación primaria del regional Puerto Regla, en la capital cubana, el gesto de haberle enviado varias de las composiciones elaboradas por los niños de la escuela primaria de Guanabacoa que había visitado el 25 de abril.
En su carta el Che expresa:
“A veces los revolucionarios estamos solos, incluso nuestros hijos nos miran como a un extraño. Nos ven menos que al soldado de la posta, al que llaman tío. Las composiciones que me envió me hicieron retornar por un instante a una composición que hiciéramos por la visita de un presidente a nuestro pueblo cuando estaba en segundo o tercer grado, y la diferencia entre lo que expresaban aquellos niños y estos de la Revolución de hoy, nos hace sentirnos seguros en el porvenir”.
23 de mayo de 1967 .- El Che califica a esta fecha como día de tensión en su diario en Bolivia. Es muy breve en las anotaciones que hace.
Señala:
“El encargado no apareció en todo el día y, aunque no hubo actividad, resolvimos retirarnos por la noche con el rehén, un muchachón de 17 años. Caminamos una hora por la senda, a la luz de la luna, durmiendo en el camino. Salimos con carga de comida para unos 10 días”.