homenaje a Armando caballero

Gracias Caballero por tus horas de maestro, guía y consejero

Ofrendas florales del primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, del secretario de organización del Comité Central Dr. Roberto Morales Ojeda, del Ministro de Salud Dr. José Ángel Portal Miranda, de la Asamblea Nacional del Poder Popular, del pueblo de Villa Clara y de otras instituciones, acompañan las honras fúnebres del eminente Doctor villaclareño Armando Caballero López, fallecido este domingo 4 de mayo a los 77 años de edad.

«Hoy le decimos no adiós, sino ¡hasta luego! al maestro imborrable para tantos alumnos, ese que no podrá ser superado ni por el más avezado de sus discípulos, porque hay hombres simplemente insustituibles», resaltó el miembro del Comité Central del Partido y su primer secretario en Villa Clara, Osnay Miguel Colina Rodríguez, durante las exequias del querido Doctor Armando Caballero López.

En la mañana de este miércoles, recordamos al niño humilde de Ceibabo, el que recorrió las calles del Chambery limpiando zapatos, vendiendo frutas, en aquellos tristes años en que la luz de la Revolución no había llegado a las calles de nuestra Santa Clara.

Quién iba a imaginar que, tras el triunfo de enero, aquel pequeño de 12 septiembres se convertiría después en una de las voces más reconocidas y respetadas de la medicina revolucionaria cubana, una especie de oráculo de consulta para tantísimos profesionales de nuestro glorioso Ejército de Batas Blancas quienes no perdieron nunca la costumbre de decirle: profe.

Ese adolescente que molió caña en una guarapera sin abandonar sus estudios y las enormes ansias de superarse, el amante apasionado del béisbol, ha trascendido a la historia de Cuba y de sus más ilustres hombres.

El doctor Caballero dejó de ser santaclareño, villaclareño, para convertirse en un cubano universal, que consagró la mayor parte de sus 77 años a lo más sublime: salvar vidas, devolver la salud, dar esperanza a decenas de miles de familias que hoy le agradecen su desvelo y su lucha.

Aquel joven, primer presidente de la Federación Estudiantil Universitaria en la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara, fue un ferviente impulsor de la superación científica de los jóvenes universitarios, organizó Congresos, Ponencias, Encuentros, y alzó su voz en nombre de las nuevas generaciones en el Décimo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en 1973 en Berlín.

Pero más allá del profesional, del hombre, del amigo, del militante comunista, Caballero fue, ante todo, el padre de familia dedicado a sus tres pequeños, por muy difíciles que fuesen sus días y miles fuesen sus altísimas responsabilidades.

Miembro de la Comisión Nacional de Cuidados Intensivos del Ministerio de Salud Pública, guardián inexpugnable de nuestros combatientes en Angola durante los dos años más difíciles de la guerra de ese pueblo africano por su libertad, autor de libros convertidos en títulos de consulta obligatoria, Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Anestesiología y Reanimación, Gran Premio Anual de Salud de Cuba en el año 2011, no nos queda a sus coterráneos más que hacerle una reverencia al Caballero de la vida, de la consagración y del humanismo.

A quien hizo de la Medicina un sacerdocio, quien convirtió en familia a colegas de trabajo, a quien sufrió y lloró a cada paciente que no pudo arrancar de los brazos de la muerte, no tenemos más que agradecerle su estudio incansable de la ciencia y la tecnología, que lo llevó a ser nombrado merecidamente Miembro de Honor de la Academia de Ciencias de Cuba.

Gracias Caballero, por tu lucha contra la Covid-19, con esa visión de quien tenía como pocos la enorme capacidad de vislumbrar un resultado exitoso donde otros tal vez solo contaban obstáculos, por tus más de 40 años frente a la Terapia Intensiva de nuestro hospital Milián Castro, por tus horas de maestro, de guía, de padre, de consejero. Gracias hermano, por tanto y por todo, para ti, el descanso eterno en el altar más sagrado de la Patria, ese que sin duda has merecido siempre.

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