La noticia cayó con la fuerza de un suspiro colectivo en la televisión y las calles cubanas. Aris Teresa Bruzos Núñez, la entrañable Evarista que por más de quince años nos hizo reír y reflexionar en Vivir del cuento, nos ha dejado. Su partida no es solo la pérdida de una actriz; es el adiós a una mujer que encarnó el humor, la sabiduría popular y la dignidad del cubano común con una ternura inolvidable.
Nacida en El Cobre, Santiago de Cuba, Aris Teresa fue maestra durante más de tres décadas, dedicada a la formación de generaciones, una labor silenciosa que preparó el terreno para su inesperada irrupción en la televisión. Fue a los 73 años, cuando muchos ya se imaginan en el sosiego de la jubilación, que esta mujer valiente se lanzó al mundo actoral, conquistando al público con la frescura y picardía de su personaje.
Evarista, su alter ego en la pantalla, era mucho más que una vendedora astuta y cargada de ocurrencias. Era la representación de la resistencia cotidiana, de la lucha por la sobrevivencia con ingenio y sonrisa franca en tiempos difíciles. A través de ella, Aris Teresa habló de las dificultades del día a día, del amor a la familia y de la sabiduría que solo dan los años y las vivencias.
Su actuación no fue el fruto de un entrenamiento formal, sino de la autenticidad y la experiencia de vida que ella regalaba en cada escena. Esa misma autenticidad que la gente reconocía cuando la saludaba en las calles o le pedía un consejo. Más que una actriz, fue una amiga que compartió con Cuba sus risas y sus enseñanzas.
Hoy, mientras recordamos su voz, su risa y esa mirada cómplice que nos hacía sentir parte de la historia, celebramos la huella imborrable que dejó en la cultura cubana. Aris Teresa no solo interpretó a Evarista; fue Evarista, y a través de ella, la esperanza y la alegría que necesitábamos.
Descansa en paz, Aris Teresa. Gracias por mostrarnos que nunca es tarde para reinventarse y que el humor, la ternura y la dignidad son armas poderosas para enfrentar la vida.
(Fuente: Portal de la TVC)