Pepe Mujica

Hasta siempre Pepe

Hoy el mundo despide a un hombre inmenso. José Alberto “Pepe” Mujica Cordano ha fallecido a los 89 años. Si bien su voz no se escuchará más en defensa de las causas justas, el legado que deja tras sí seguirá siendo un bálsamo para la unidad de los pueblos del Sur, para el patriotismo.

Mujica inició sus luchas como guerrillero del Movimiento Tupamaro; luego, como prisionero y torturado durante los 12 años de la siniestra dictadura militar de la década del 70 e inicio de los 80 del pasado siglo, para más tarde continuar como legislador, ministro y presidente.

Con su llegada al poder en el 2010, Pepe Mujica se convirtió en el cuadragésimo mandatario de su país, e implementó una serie de programas encaminados a la inclusión y el bienestar social, entre ellos el “Plan Juntos”, dirigido a mejorar las condiciones de vivienda de las familias más pobres.

La Ley de Matrimonio Igualitario, aprobada en el 2013, fue una de las primeras en América Latina, y la diversificación implementada durante su gestión en materia de agricultura convirtió a la nación sudamericana en un importante polo exportador de alimentos.

Fuera de fronteras, Pepe buscó un equilibrio diplomático, fungió como promotor del diálogo ante conflictos en nuestro continente y, sobre todo, alzó siempre la voz por la unidad para la cooperación y el crecimiento mutuo de los pueblos, en organizaciones regionales como Mercosur y Unasur.

Al concluir su mandato presidencial, en 2015, retomó su silla en el Senado desde ese año hasta el 2018 y otra vez en 2020 para continuar en defensa de las causas justas, de los más humildes, del medio ambiente, de la autodeterminación y la soberanía.

Por esa propia vocación de tener siempre al pueblo uruguayo y su bienestar como centro de su trabajo y de su vida, nunca se fue del todo y colocó todas las fuerzas posibles, por encima de dolencias personales, en el regreso de la izquierda a Montevideo de la mano de Yamandú Orsi, su discípulo, y el actual mandatario de Uruguay.

Por eso el guerrillero Tupamaro nos dice adiós con la tranquilidad del deber cumplido, tal vez, porque sabe que, luego de años convulsos y de políticas desiguales y complejas, nuevamente habrá alguien que piense primero en sus compatriotas por encima de los beneficios personales.

De Pepe Mojica nos quedará siempre el recuerdo de su humilde Chacra, allí donde pidió reposen sus cenizas, junto a su perra de tres patas, Manuela; sin dudas, una estremecedora lección de fe y de vida para el descanso eterno de un hombre inmenso.

Autor