Juan Carlos Castellón recibe micrófono de la radio

Juan Carlos Castellón: testigo sonoro de una era

Por: Yeris del Sauzal.

Se dice que “la radio es el teatro de la mente”, quizás por eso, la voz de Juan Carlos Castellón Véliz no necesita rostro porque – durante casi cuatro décadas- ha construido su propio paisaje en la imaginación de quienes le escuchan. Sus palabras se han multiplicado en miles de ventanas, aunque lleguen distintas al corazón de cada oyente. Él ha sido, en Radio Sancti Spíritus, uno de esos hacedores del sonido que une lo disperso, que sostiene el hilo invisible que nos teje juntos en el éter. Y por todo lo que ha encontrado en ese medio de comunicación centenario no tendrá que “inventarse” cómo sería su vida de abogado.

Cuando era estudiante hacía mis incursiones en la locución en la recreación los miércoles en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Comandante Ernesto Che Guevara, de Villa Clara. Al entrar a la universidad, como estudiante de Licenciatura en Derecho, me vinculé a la Radio Universitaria, y participaba en una sección del programa “Frecuencia Juvenil” de CMHW.

Llegué a hacer programas completos, sobre todo juveniles. Me gradué y el día que fui para conocer mi ubicación laboral me dijeron: vete para la radio que allí te están esperando. Me vino el alma al cuerpo. Empecé como periodista en Manicaragua y por razones de matrimonio, vine para Sancti Spíritus en 1990. No había plaza de periodista, y comencé en la locución, que me encantaba también.

¿Cuál fue tu primer programa en Radio Sancti Spíritus?

El Musical del domingo. Me estrené el 18 de noviembre de 1990. A partir de ahí fui heredando programas de Julio Antonio Pérez. Me fui ganando un espacio con Cuarta dimensión, que inicié yo, y luego llegaron otros más, en los que estuve por años, como el noticiero Un paso más, por ejemplo. Recuerdo con mucho cariño Tropisalsa, pero son muchos, de diversos perfiles, aunque me apasionan los informativos.

En su gran escuela, en la Reina Radial del Centro, Castellón se artilló como periodista y se fraguó un camino prominente, aunque él no se lo haya creído nunca. Por ello Radio Rebelde contó por cerca de 15 años con una voz precisa que retrataba los hechos noticiosos de Sancti Spíritus, y también del país entero. No fueron pocas las ocasiones en las que los micrófonos de la llamada Emisora de la Revolución se le abrieron para que nos contara la Cuba que vivíamos. Así pasó cuando las visitas del Papa Francisco, reseñada con su pecho desde Santiago de Cuba, y con la que Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de América realizó a La Habana en marzo de 2016.

Yo no me considero periodista” repite siempre este hombre quien merece todos los reconocimientos, aunque solo guarda en su poder el Sello Aniversario 80 de la Radio Cubana; el Premio al Mérito Periodístico; y el Micrófono de la Radio, este último aun tibio en sus manos, pues le fue entregado hace unas horas en la CMGL Radio Sancti Spíritus. También guarda incontables premios en festivales nacionales de la radio, porque su voz es de las imprescindibles para emocionar.

Yo soy un atrevido que ha hecho cosas que se parecen en algo al periodismo. Ahora entré a esa otra gran escuela que es Escambray, un periódico con una experiencia tremenda, un prestigio en toda Cuba y es lógico que mi incursión en el periodismo me ha ayudado. Allí seguiré aprendiendo, sin dudas.

La vida de este hombre radio es un guion escrito también en madrugadas, en programas en vivo y en grabaciones, que han quedado para la historia sonora de un país.

“La realización de sonidos, también forma parte de mi vida. Cuando estaba en la universidad, todas las madrugadas iba para la CMHW como operador de audios del programa Al son de la madrugada. Empezaba a las 12 de la noche, y a las 4 cogía la confronta de regreso para la universidad. A las 8 ya estaba en el aula. Eso era prácticamente todos los días. Y en mi época de corresponsal de Radio Rebelde en varias ocasiones me editaba yo mismo los trabajos periodísticos. Lo puedo hacer”.

“También estoy evaluado como Director de Programa y he dirigido algunos, pero creo que si alguna especialidad se va un poquito por encima, es la locución. Creo que es ella la que me define”.

Para Juan Carlos Castellón Véliz, voz de actos políticos y ceremonias culturales de relevancia para la provincia, la radio no ha sido solo su trabajo. Ella es su biografía, o como él siempre dice en tono risueño y emocionado: “su novia eterna”. Es la radio la que le ha dado un sitio privilegiado en el público.

“Ese es el mejor reconocimiento. Puedes tener muchos premios porque eres muy técnico, pero si no logras una empatía con quien te escucha, si no existe ese cariño recíproco, tú como radialista estás fallando. Que te paren por la calle y te pregunten ¿por qué te fuiste de tal programa?, o que te  digan santo y seña de ese espacio, lo que tú decías, que se acuerden de algo que tú hiciste hace 20 años, ese es mi mejor regalo. ¿Qué reconocimiento pudiera ser más grande que ese? Y si, la radio es mi novia eterna. Es inspiración, magia, pasión… Es mi vida”.

¿Has pensado en irte?

“Yo pasé por la televisión y estuve allí por cerca de 5 años, en una segunda temporada, porque ya lo había hecho antes. Ahora estoy en el periódico, donde me siento muy bien, realmente, pero en el único medio de comunicación en el que he estado de manera continua- durante cerca de 40 años- es la radio. A veces, por la responsabilidad de hoy he pensado en abandonar el último reducto que me queda, que es el noticiero Al día, pero doy una vuelta, lo pienso y ahí estoy todavía. Yo no sé si sea capaz de dejar la radio. No creo que me atreva a tanto».

¿Ni siquiera cuando piensas en las lágrimas que te ha obligado a derramar?

Cierto, la radio me ha hecho derramar lágrimas, muchas… Yo le he dado a la radio mi vida, y ella a veces ha sido injusta. Pero es como cualquier enamoramiento que uno tiene, en el que hay altas y bajas, incomprensiones, conflictos, pero en esos conflictos está también la manera en que uno aprende y busca cómo mantener vivo ese amor. Entonces con la radio siempre me he reconciliado.

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