Por Yeris del Sauzal
Carlos Manuel Bell Fernández se estrenó como artesano titulado hace 21 años, pero de la noche a la mañana el lápiz se convirtió en un enemigo traicionero y las líneas rectas en temblorosos zigzags. Su mano derecha quedó “condenada” a guardarse en el bolsillo; la izquierda, en cambio, se armó con la destreza necesaria para combatir la Esclerosis Múltiple.
“Yo trabajaba en un taller de la Oficina del Conservador de La Habana Vieja. Comencé con visión doble, fatiga muscular y luego llegó el diagnóstico que me cambió la vida”, cuenta este paciente del Hospital Provincial de Rehabilitación Doctor Faustino Pérez Hernández, de Sancti Spíritus, un sitio que pronto se convirtió en su isla, y devino musa y taller de arte. Allí, entre tratamientos, a veces dolorosos, aprendió a dibujar almas.
Yo soy derecho y tuve que hacer un cambio de dominancia. Me convertí en zurdo, obligatoriamente. Hace cinco años encontré en la Casa de Cultura del municipio Playa un taller de Artes Plásticas, impartido por el profesor Maisel López Valdés y gracias a eso- y a las terapias- aprendí a dibujar con la mano izquierda.
Del hospital espirituano supe por una prima mía que es enfermera, de Trinidad, quien me habló del Programa Nacional de Atención a Pacientes con Esclerosis Múltiple, el cual cuenta con un equipo multidisciplinario de excelentes referencias en Cuba. Allí fui recuperando mi mano derecha y ya hoy puedo hacer casi todo con ella.
En mi recuperación influye la totalidad de los trabajadores del centro, desde el custodio que nos recibe a la entrada hasta el personal médico que nos hace las terapias. Ellos se convirtieron en nuestra gran familia y les gradezco sus atenciones. En uno de mis ingresos surgió la idea de exponer mis dibujos. Fue importante el papel del departamento de Terapia Ocupacional. La psicóloga Milvia Consuegra, y la doctora de Medicina Natural y Tradicional Yeny Gallo prepararon mi exposición en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera de la Ciudad de Sancti Spíritus, aunque todos en el hospital se pusieron en función de eso. Dibujé los rostros de algunos, una manera de agradecerles, aunque no pude pintarlos a todos, como hubiese querido.

La historia de Carlos Manuel Bell Fernández no es la de una enfermedad; es la de un renacimiento; dibujada con la mano que creía equivocada y que, al final, resultó ser la correcta. Entre el dolor y la esperanza este hombre redescubrió la luz para trazar con paciencia su nueva vida.
Yo diría que en el hospital de Sancti Spíritus se nos enseña a convivir con la enfermedad. Ha sido un sitio para encontrar amigos, que como yo, padecen esa afección u otra. Me gustaría que un día- dentro de las posibilidades, porque sé que está difícil la situación económica- amplíen las salsas de ingreso. De la atención al paciente no tengo ni una queja. El Hospital Provincial de Rehabilitación de Sancti Spíritus es mi santuario.
Escuche y descargue la hisoria de vida.