Abdala: el gran poema dramático del joven José Martí
2019-01-23 05:56:35 / web.radiorebelde@icrt.cu / Víctor Pérez Galdós
El gran significado que José Martí le concedió al hecho que un joven saliese a combatir en defensa de su tierra natal no solo lo reflejó en discursos, cartas y materiales periodísticos en la etapa que ya estaba de lleno trabajando para lograr la reorganización de la guerra por la independencia de Cuba, sino desde el período de su juventud mediante el poema dramático titulado Abdala.
Esa obra de Martí, que escribió cuando tenía 15 años se publicó el 23 de enero de 1869 en el primer y único número del periódico La Patria Libre que él creara y que fuera impreso en la imprenta y librería “El Iris” en Obispo 20 y 22, en La Habana.
En la parte inicial del drama se detalla que un senador le comenta a Abdala que un conquistador amenaza con ocupar el territorio de Nubia, un pequeño país del continente africano que resultó invadido por los árabes. Ante tal noticia se destaca la reacción del joven que responde con firmeza:
Pues decidle al tirano que en la Nubia
Hay un héroe por veinte de sus lanzas:…
El drama en verso Abdala se desarrolla en ocho escenas. En la segunda se refleja un largo parlamento de Abdala quién llega a asegurar:
¡Por fin potente mi robusto brazo
Puede blandir la dura cimitarra,
Y mi noble corcel volar ya puede
Ligero entre el fragor de la batalla!
La número tres hace alusión al encuentro de Abdala con los guerreros que van a salir a hacerle frente a los agresores. Abdala igualmente enfatiza:
Ni laurel ni coronas necesita
Quién respira valor. Pues amenazan
A Nubia libre, y un tirano quiere
Rendirla a su dominio vil esclava.
¡Corramos a la lucha, y nuestra sangre
Pruebe al conquistador que la derraman
Pechos que son altares de la Nubia,
Brazos que son sus fuertes murallas!
La cuarta y quinta escenas son particularmente emotivas. La madre va en busca de su hijo y temerosa que pueda morir trata de convencerlo para que no marche hacia donde se librarían los combates. Pero Abdala le manifiesta que detenerse no podía y que al campo iba a defender a su patria.
Y más adelante Martí pone en voz de Abdala un significativo concepto con respecto a la Patria:
El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;
Y tal amor despierta en nuestro pecho
El mundo de recuerdos que nos llama
A la vida otra vez, cuando la sangre,
Herida brota con angustia el alma;
¡La imagen del amor que nos consuela
Y las memorias plácidas que guarda!
Ante la insistencia de su progenitora que le pregunta si es más grande ese amor que el que ella despierta en su pecho Abdala le dice:
¿Acaso crees
Que hay algo más sublime que la patria?
En medio de la desesperación que la embarga la madre aún le plantea:
¿Y aunque sublime fuera, acaso debes
Por ella abandonarme? ¿A la batalla
Así correr veloz? ¿ Así olvidarte
De la que el ser te dio? ¿Y eso lo manda
La patria? ¡Dí! ¿Tampoco te conmueven
La sangre ni la muerte que te aguardan?
De nuevo el joven Abdala reitera en correspondencia con sus convicciones expresa:
Quién a su patria defender ansía
Ni en sangre ni en obstáculos repara…
Insta a su madre que sigue implorándole, ésta vez de rodillas, que se quede a que se levante y ratifica:
¡Cuántos tormentos!... ¡Cuán terrible angustia!
Mi madre llora… Nubia me reclama…
Hijo soy… Nací nubio… Ya no dudo:
¡Adiós! Yo marcho a defender mi patria.
Este poema dramático concluye cuando Abdala, tras haber participado en los combates, yace moribundo, pero feliz porque siente la satisfacción de que el enemigo había sido vencido. La obra termina con estas palabras de Abdala:
¡Nubia venció! muero feliz: la muerte
Poco me importa, pues logré salvarla…
¡Oh, qué dulce es morir, cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria!
Varios especialistas han señalado que en gran medida la vida de Abdala descrita por Martí fue como un anticipado reflejo de su propia existencia, ya que con el decursar del tiempo él igualmente supo incluso enfrentarse a contradicciones que surgieron en el seno familiar, por su decisión de darle prioridad absoluta a todo lo referido al desarrollo de la lucha por la independencia de su tierra natal.
Precisamente en las dos últimas cartas que le escribió a su querida madre Leonor Pérez Cabrera trató con respecto a ello.
En la fechada el 15 de mayo de 1894 le expresó:
“Pero mientras haya obra qué hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar. Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí.”
También le hizo la siguiente interrogante: “¿Y de quién aprendí yo mi entereza y mi rebeldía, o de quién pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre.”
Le especificó lo que haría de inmediato como parte de la labor que realizaba la que catalogó como “más pura, madre mía, que un niño recién nacido, limpia como una estrella, sin una mancha de ambición, de intriga o de odio.”
Igualmente le solicitó: “Déjeme emplear sereno, en bien de los demás, toda la piedad y orden que hay en mí.”
Más adelante al tratar acerca de su futuro le expresó con particular sencillez y a la vez con gran significación: “Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas.”
También en la última misiva que le dirigió, que elaboró en la ciudad dominicana de Montecristi, el 25 de marzo de 1895, cuando ya anhelaba trasladarse a Cuba para dar su contribución directa al desarrollo de la guerra por la independencia, le expuso: “Usted, se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y, ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio?”
Le patentizó de inmediato el sentido que le atribuía a su vida y a la existencia de los seres humanos en general al expresar:
“Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil.”
Al igual que el joven Abdala que él hizo referencia en la obra que creara cuando era un adolescente José Martí puso su vida a la causa de su pueblo y en correspondencia con sus principios estuvo allí donde se libraban los combates. Encaró la muerte en plena correspondencia con su modo de actuar y concebir su existencia.
Cumplió con el precepto que había planteado en el Hardman Hall de Nueva York, en el acto efectuado el 10 de octubre de 1890, cuando aseguró: “…el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ese es el verdadero hombre.”
Heriberto Sánchez Cuba
Con un compañero de trabajo comentaba acerca de la obra Abdala, incluso la relación que guarda con la vacuna cubana de igual nombre, cuando ante mí encuentro este escrito que, además de esclarecedor, es un llamado a la feflexión por el derecho a la libertad de otros pueblos. Gracias Martí por tus enseñanzas, gracias Cuba por ser la cuna de Martí y por tantas cosas hermosas que de nuestra cosecha regalamos al mundo.
abdala Chile
Sublime
Isabel Lucia Morón Rosario República Bolivariana de Venez
Que grande y virtuoso es Martí. Tan grande como la lucha misma... tan esclarecedor como el Alba perenne! Tan valiente como Abdala!
Nancy González EUA
No hubo mejor nombre para esta vacuna . Este poema me recuerda Angola , Venezuela y todos los paises donde Cuba ha contribuido desinteresadamente , porque Patria es humanidad
María Teresa García Cuba
Gracias, quedé impactada con está historia de Abdalá, ahora comprendo porque el nombre a la vacuna, claro es un honor a Abdalá que salvará tantos seres humanos en la tierra, gracias Abdalá y Martí.
Alina M Tames Agüero Cuba
Gracias
Copita María Pereira Matute Venezuela
Me encantó de verdad uno se queda sin palabras tremendo ser humano por su patria ojalá naciese más personas como él para así no darle chance al imperio
Maribel Gómez Cuba
Garacias por análiis tan juicioso y ético. Me sirvió de gran ayuda para compartir con mis estudiantes y las tareas docentes de mi nieto.
Diayenis Giró Puig Cuba
Me quedo sin palabras, brotan mis lágrimas de la emoción. Qué entereza, qué pasión
Rolando Paez Tamayo Cuba
Cuanta falta nos hases vivo Marti. Hoy que todo es confuso. La verdad, como nuvia covarde. Del miedo sudor destila.
Mileidys Cuba
Constituye la primera pieza de José Martí de su amplia papelería de méritos literarios y artísticos, publicado en el periódico La Patria Libre. Representa un texto de amor juvenil a la patria, donde por vez primera el negro fuera de su posición exótica y divertida en el teatro bufo, es un héroe que encarna virtudes patrióticas y militares. Al igual que el joven Abdala que él hizo referencia en la obra que creara cuando era un adolescente José Martí puso su vida a la causa de su pueblo y en correspondencia con sus principios estuvo allí donde se libraban los combates. Encaró la muerte en plena correspondencia con su modo de actuar y concebir su existencia.
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