Ley Helms-Burton: pretexto de Washington
2019-04-22 10:41:14 / web.radiorebelde@icrt.cu / Angélica Paredes López
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El bloqueo se convirtió en ley, cuando el presidente William Clinton aprobó la Ley Helms-Burton, el 12 de marzo de 1996. Expertos aseguran que con ese texto, el entonces mandatario estadounidense concedió una parte de las prerrogativas que había ostentado la Casa Blanca para manejar su política hacia Cuba, desde que John Kennedy estableciera el bloqueo total en 1962.
La Ley Helms-Burton marcó un momento culminante en la guerra económica del gobierno de Estados Unidos contra la Revolución Cubana, por el carácter insultante de su contenido y extraterritorialidad implícita en su aplicación.
Ese proyecto legislativo nombrado "Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubana", ciertamente contempló la internacionalización del bloqueo; la negativa de créditos y ayuda financiera a países y organizaciones que favorecieran o promovieran la cooperación con Cuba; y dificultó la inversión extranjera en la Isla.
La Ley Helms-Burton viola flagrantemente las leyes y los derechos humanos del pueblo cubano, la Constitución de los Estados Unidos y varias normas jurídicas de ese país, numerosos actos del derecho internacional que regulan las relaciones políticas, económicas, comerciales y financieras entre los Estados, y atenta contra la libertad de comercio e inversión.
Este documento es considerado por especialistas, gobiernos y organizaciones de todo el mundo como una aberración jurídica. Pero, como si no bastara el insulto, anunciaron que a partir del 2 de mayo aplicarán su Título III, que literalmente no tiene precedentes en la historia legal de los Estados Unidos.
Lo cierto es que el gobierno de Donald Trump amenaza con dar un nuevo paso que reforzaría, de manera peligrosa, el bloqueo contra Cuba, violaría flagrantemente el Derecho Internacional y atacaría directamente la soberanía y los intereses de terceros países.
Dice el canciller @BrunoRguezP a la prensa tras anuncios de gobierno #EEUU vs #Cuba
— Angélica Paredes (@aparedesrebelde) April 18, 2019
✔El espectáculo de Miami fue ridículo y patético
✔Si decidieron un rumbo de confrontación no vacilaremos y defenderemos la #Revolución
✔Sabemos que como en Girón saldremos victoriosos otra vez pic.twitter.com/Uq2VI6wL8x
Si el título III se aplicara como establece esta Ley y expresó el anuncio del Departamento de Estado, cualquier cubano y cada comunidad del país verían cómo se presentan ante tribunales de los Estados Unidos demandas por la propiedad de la vivienda que ocupan, el centro de trabajo donde laboran, la escuela a la que asisten sus hijos, el policlínico donde reciben atención médica, los terrenos sobre los que se edifican sus barrios; y podrán constatar la pretensión de usurparnos a los cubanos la riqueza del país, la infraestructura, las tierras cultivables, las industrias, los recursos mineros, el potencial energético y las bases sobre las que se desarrollan la ciencia y la tecnología, y se prestan los servicios a la población.
La historia registra con suficiente claridad que la política de bloqueo económico y los problemas bilaterales entre Cuba y los Estados Unidos no tienen su origen en las justas nacionalizaciones que, conforme a la ley y con derecho legítimo, llevó a cabo el gobierno revolucionario.
Las agresiones militares, económicas y terroristas del gobierno norteamericano comenzaron contra Cuba antes de que se produjeran los actos fundamentales de nacionalización de propiedades estadounidenses.
Si Donald Trump aplica el Título III de la aberrante Ley Helms-Burton colocaría otro pesado obstáculo en el camino del desarrollo cubano y de la posibilidad de una convivencia civilizada entre los dos países, que una vez pareció dar los primeros pasos por el bienestar de ambos pueblos.
Ciertamente, la Ley Helms-Burton se erige hoy como el instrumento fundamental para la Casa Blanca contra nuestro país, y constituye el principal obstáculo que impide una relación normal entre ambas naciones.
Se trata del instrumento jurídico fundamental del gobierno de Estados Unidos, con la pretensión de convertir a Cuba en una dependencia colonial del norteño país.