¡Yo, el ejemplo de todos mis discípulos!
2013.12.02 - 17:43:03 / web.radiorebelde@icrt.cu / Dailyn Ruano Martínez
El recuerdo de un maestro, para un ex alumno destaca en el subconsciente, por aquellos momentos o conocimientos de los cuales se apropió durante una importante etapa del desarrollo estudiantil.
Puede que clasifiquen -en el amplio habitáculo de la memoria-, algunos de los atributos físicos del o de la instructora. Pero sobresalen sin dificultad, aquellos que son invisibles a los ojos. Ya lo dijo el más universal de los cubanos, José Martí en una de sus cartas a María Mantilla: “Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco.”
Y ese “mucho adentro” representa para los aprendices, el camino hacia el conocimiento y la forja de valores, hacia el éxito profesional futuro y la plenitud humanista del hombre.
Martí, cuyo pensamiento universal cobra en el contexto actual mayor vigencia por la agudeza de su visión, se refirió a dos pilares: la cultura y la educación, aspectos fundamentales para la formación de las niñas y los niños donde corresponde al profesor la tarea principal de la obra que consideró de “infinito amor”.
Es así como cada mañana, cuando se aproxima la habitual jornada frente al aula, se impone el saludo del maestro, correctamente vestido y preparado para impartir el contenido correspondiente, dispuesto y consciente de que es él, el mejor ejemplo de todos sus discípulos.
Hoy –quizás como nunca antes- urge que sean los docentes cumplidores de sus deberes y responsabilidades pedagógicas. Que sean exigentes y luchadores incansables por el perfeccionamiento y la excelencia de su trabajo. Que no imiten las malas conductas, o cometan indisciplinas que laceren la imagen de una figura con ganado respeto en la sociedad.
En los colectivos de trabajadores del sector de la educación hoy se lleva a debate las ideas principales expresadas por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Casto Ruz, en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La honestidad, la sencillez y la modestia figuran entre los valores imprescindibles para los docentes desde la moral y la ética pedagógica. No basta con dominar los contenidos y emplear a la perfección los recursos tecnológicos como medios de enseñanza y de la educación integral de los estudiantes.
Debe el docente, ser portador de un prestigio moral como base de la autoridad pedagógica que solo se alcanza en el ejercicio de una positiva influencia ante sus estudiantes, sus colegas, la familia, la comunidad y la sociedad como un todo. Cuidar su porte y aspecto como profesional, el vocabulario y las expresiones coloquiales y gestuales ya que el lenguaje y la comunicación son instrumentos esenciales de la educación y de la transmisión de modelos de pensamiento y actuación.
Siempre habrá quienes sobresaldrán en su desempeño y otros que incurran en errores graves hasta la separación definitiva de su profesión, sin embargo, los primeros, siempre serán recordados por alguno de sus discípulos como un ejemplo a seguir, como parte de esa huella imperecedera en su mente y su futuro.
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