Aquel demonio de la naturaleza
Carlos Sanabia Marrero
Corresponsal de Rebelde
6 de Octubre de 2008, 11:55 a.m
Santiago de Cuba.- En los primeros días de octubre de 1963, mientras el pueblo de la capital cubana tributaba cariñoso recibimiento a Valentina Tereskova, la primera mujer enviada al espacio por la entonces Unión Soviética, avanzaba hacia la antigua provincia de Oriente el ciclón Flora.
Este demonio de la naturaleza causó la segunda mayor catástrofe registrada en nuestro país superada solo por las penetraciones del mar provocadas por el ciclón del 9 de noviembre de 1932 en Santa Cruz, al sur de Camagüey, donde perdieron la vida 3 mil personas.
Reportes de prensa de la época describen que “en un extraño movimiento de lazo, el huracán Flora había penetrado el día 3 por Guantánamo, seguía rumbo norte hacia Holguín, Gibara y Nipe, y cuando se pensaba que continuaría hacia las Bahamas, un brusco retroceso provocado por las altas presiones que encontraba en la costa norte, lo hacia descender de nuevo sobre la provincia, bajando hasta el litoral sur con aterradora fuerza, para salir por el Golfo de Guacanayabo, a la altura de Niquero, en dirección al sureño territorio camagüeyano”.
En su envolvente trayectoria tal parece que el “Flora” rajó el cielo para arremeter con descomunales e ininterrumpidos aguaceros sobre las actuales provincias de Granma, Holguín, Las Tunas y Camagüey.
Las torrenciales lluvias asociadas a este fenómeno (más de 1,840 milímetros en 93 horas) causaron inundaciones jamás vistas, provocaron la muerte de casi 2 mil personas, de 20 mil cabezas de ganado y graves daños materiales.
El Cauto se convirtió en un amazonas embravecido y las aguas, que no encontraban salida al mar, se extendieron unos 20 kilómetros fuera del cause de nuestro principal rió arrasando todo lo que encontraban a su paso.
El líder revolucionario Fidel Castro, dirigiendo personalmente las operaciones de auxilio, que contaron desde el primer momento con la ayuda del Ejercito Rebelde, narra la periodista Martha Rojas, se trasladaba con su Estado Mayor de una provincia a otra. Un enviado especial del periódico Revolución, Guillermo Rivas, reportaba la intrépida incursión.
“Fidel había salido de Victoria de las Tunas acompañado de los comandantes René Vallejo, Universo Sánchez y William Gálvez, por carretera, en dirección a Holguín. A los 30 kilómetros de marcha se encontraron con un puente derribado y crecido el río Rioja…
Decidido a bordear el río, cambio el automóvil por un carro anfibio; pero cuando había recorrido unos 50 kilómetros, la corriente los arrastró contra un árbol. Por encontrarse descubierta su parte de atrás el vehiculo comenzó a hundirse al penetrar el agua…
Fidel permaneció en el carro anfibio mientras William Gálvez y sus acompañantes trataron de amarrarlo a un árbol con un remolque… Gracias a la intervención de un campesino que llegó a nado después de media hora, sin ayuda, pudieron regresar a la orilla…
Con sogas atadas a un camión Zil que penetro de fondo hasta cerca del accidente, se evito que fueran arrastrados por la corriente… Fidel fue el último en abandonar la nave, llegó a nado hasta cerca del camión y de ahí, sujetándose a la soga, logró ponerse a salvo”.
En breve conversación sostenida hoy con el Comandante Armando Acosta Cordero, máximo dirigente político en la antigua provincia de Oriente en l963, recordó como a partir de la trágica experiencia que representó el “Flora”, el Gobierno Revolucionario puso en marcha el programa de la Voluntad Hidráulica, la creación de la Defensa Civil y el desarrollo de un Servicio Meteorológico que hasta esa fecha solamente disponía de dos especialistas. |