Miozotis Fabelo Pinares
Corresponsal de Radio Rebelde
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Recuerdos de solferino
24 de Junio del 2009, 12:43 p.m.
Camagüey, Cuba.- De los recuerdos de la Batalla de Solferino surgió el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) organización humanitaria integrada hoy por 164 naciones, entre ellas Cuba, celebra este año el centenario de su fundación.
En 1859 el suizo Henry Dunant atraviesa la región de Lombardía, escenario entonces de una corta pero muy cruenta guerra en el Norte de Italia. El joven ginebrino llega a Solferino en junio de 1859 y comprueba horrorizado el panorama: los soldados, heridos y muertos yacen en el campo sin asistencia médica.
Después de esa batalla, Henry Dunant, testigo de la misma y de la agonía y sufrimiento de los heridos en el campo de batalla, promovió la creación de un comité de socorro a los militares heridos en campaña reconocida después en el mundo como la Cruz Roja Internacional.
“Decidí contar al mundo lo que había visto, y así nacieron los recuerdos de Solferino y la iniciativa del Comité de Socorro.”
Por la vida y el respeto al derecho humanitario
En el libro “Recuerdos de Solferino”, el suizo Henry Dunant, publica el testimonio de la bárbara batalla: “Los primeros disparos de fusil estallan poco después de las tres de la madrugada; a las seis de la mañana la batalla ya ha alcanzado una violencia extrema; un tórrido sol apabulla a unos trescientos mil hombres que se matan entre sí.
“Por la tarde, los austríacos abandonan sus posiciones unas tras otras; al caer la noche, más de seis mil muertos y 40 mil heridos yacen en el campo de batalla.
“Los servicios sanitarios de los ejércitos franco-sardos no dan abasto; el ejército francés cuenta con menos médicos que veterinarios; los medios de transporte son inexistentes; las cajas de vendas han sido abandonadas en la retaguardia.
“Los heridos que pueden hacerlo se encaminan penosamente hacia el poblado más cercano de Castiglioni, en busca de algo de agua y de comida; nueve mil de entre ellos logran llegar allí para luego dejarse caer en las casas y en las granjas, en las plazas y en las callejuelas.”
En la iglesia de Castiglione, Henry Dunant, con la ayuda de las mujeres del lugar, cura a los heridos y a los moribundos durante tres días y tres noches.
Solferino, 150 años de la batalla que marca el antecedente de la Cruz roja
Jean Henry Dunant era un joven ginebrino, hijo de una familia acomodada quien por iniciativa propia siembra la semilla que al cabo de los años fructifica para convertirse en una de las instituciones humanitarias más importantes del mundo: la Cruz Roja. Esta organización está representada en 164 países y cuenta con cerca de 300 millones de afiliados en los cinco continentes.
La historia comienza a fines de junio de 1859: Henry Dunant tiene 31 años, cuando un viaje de negocios le sitúa en la región italiana de Lombardía, que por aquel entonces era el teatro de la guerra, corta pero sangrienta, que oponía a los ejércitos francés y sardo de Napoleón III al austriaco del emperador Francisco José.
“Por la noche, cuenta en su libro Recuerdos de Solferino”, me doy cuenta de que los heridos habían quedado abandonados y que iban muriendo sin remisión alguna, ya que los servicios sanitarios militares eran casi inexistentes.
“En medio de aquel sol abrasador, di de beber a unos, refresqué con agua las heridas de otros y consolé a los agonizantes, a quienes sus propios compañeros empujan con el pie porque estorbaban el paso.
“Ayudado por algunas mujeres del pueblo de Castiglione, traté de atenuar los sufrimientos, recogí telas viejas para vendas, compré camisas y envié mi coche a Brescia, de donde volvió cargado de tisanas, naranjas, azúcar y tabaco.”
Dunant narró en su día, minuto a minuto, esa otra entrañable batalla que supuso para los habitantes de Castiglione auxiliar, sin discriminación de uniformes, a los heridos de la guerra. Era un bello gesto que encerraba, además, un mensaje para crear sociedades voluntarias de socorro para suplir las carencias de los servicios de la sanidad militar.
“El destino me reservó, en las llanuras de Solferino el principio de una carrera impensable.”
Otros cuatro ginebrinos se unieron a la propuesta de Dunant, y formaron el Comité internacional de Socorro a los heridos; y en 1864, logran persuadir al gobierno suizo para convocar a una conferencia internacional en la que participarían doce Estados. Ese mismo año se firma un Convenio para mejorar la suerte que corren los militares heridos en campaña.
“En lo adelante, los militares heridos y enfermos debían ser socorridos y asistidos sin distinción alguna de índole desfavorable, sea cual fuere el campo al que pertenecieran, y se respetaría al personal sanitario, el material y los establecimientos médicos, los que serían señalados con un signo distintivo: una Cruz Roja sobre fondo blanco.”
Los convenios de Ginebra
Las resoluciones de esa Conferencia Internacional, que propiciaron la constitución de Comités Nacionales neutrales en tiempo de guerra, para los servicios de sanidad, tuvieron eco favorable y el apoyo de numerosos países.
En 1864 se celebra en Ginebra una nueva Conferencia, esta vez con la asistencia de representantes de los gobiernos de los países que se habían sumado a la iniciativa, a la que concurrieron ya el primer grupo de Comités, de los cuales nueve eran nacionales y uno local.
El resultado de este encuentro el 21 de agosto de 1864, fue la materialización de un marco jurídico dentro del cual se podría desarrollar una acción efectiva de socorro a los heridos; a la par que las instalaciones médicas militares, los vehículos y el personal sanitario debían ser considerados neutrales y, por lo tanto, protegidos: había nacido el primer Convenio de Ginebra.
A pesar de los horrores vividos por Henry Dunant durante la Batalla de Solferino, hace 150 años y que dieron pie a la creación de la Cruz Roja Internacional, el mundo de hoy sigue bajo la marca de la violencia y la muerte.
No le importan a los gendarmes del mundo y a sus lacayos, ni convenciones, ni tratados internacionales, ni el compromiso establecido para el cumplimiento de las normas y las reglas de la guerra proclamadas y aprobadas por la humanitaria organización.
Pero la comunidad internacional exige el respeto al derecho de la guerra y los pueblos del mundo mantienen vivos los recuerdos de Solferino, narrados por el suizo fundador de la Cruz Roja y hoy multiplicados con armas sofisticadas, hechas para matar y causar daño. ¡El mundo reclama paz! |