| La torre de Pissa cubana Lídice Valenzuela
 Colaboradora de Rebelde
 22 de Octubre de 2008, 2:20 p.m.
 LA HABANA, CUBA.- En Trinidad, una  histórica villa situada en la parte sur de Cuba, existe el llamado Valle de los  Ingenios, donde está situada la famosa Torre Iznaga, construía hace 157 años, a  la que muchos denominan la torre de Pissa de Cuba, por su evidente inclinación. Pero no.  Este valle y esta torre, situadas en la parte noroeste del antiguo reducto español  (una de las siete primeras fundadas por España), cuentan una historia muy diferente  a la de la atalaya italiana. Situados  ambos en la localidad de de la Santísima Trinidad, con una historia de más de  cuatro centurias, son perennes centinelas de un pasado en el que se mezclaron  las industrias del azúcar y la esclavitud. Considerado  un tesoro histórico, declarada Monumento Nacional en 1978,  la   Torre de Iznaga, perteneciente al ingenio Manacas-Iznaga, fue  erigida en torno a 1816. Con una altura de 45 metros distribuidos en  siete pisos o niveles, desde su altura se divisaban las plantaciones de caña y  el brutal trabajo de los esclavos que sembraban y cosechaban a sus pies. Devenida  símbolo de la arquitectura colonial, la torre sorprende por su estructura, de  piedra, ladrillo y metal, coronada por un campanario. En lo  alto de la vigía está instalada una campana que avisaba del inicio y el fin de la  faena esclava, así como la obligatoria oración a la Santísima Virgen  en la mañana, al mediodía y en la tarde. Mirador  inigualable, con 184 escalones, desde donde se puede observar todo el valle, los  esclavistas observaban el ir y venir de los africanos y avisar en caso de que alguno  quisiera escapar del yugo de la colonia. Para los  trinitarios, la torre Iznaga es sinónimo de leyenda. La más conocida cuenta que  fue creada debido a un lance amoroso entre los hermanos Pedro y Alejo Iznaga,  ricos hacendados y dueños de plantaciones de azúcar.´ Según se  cuenta, los parientes se enamoraron de la misma joven. Y decidieron jugarse su  amor mediante la construcción de una obra cuya magnitud definiría al  victorioso. Alejo  levantó la torre de 45   metros, mientras Pedro perforó un pozo de 28 metros de profundidad,  el cual utilizan hasta ahora los pobladores del valle. Siempre  relacionadas con el amor, otra de las leyendas vincula la obra con el comportamiento  infiel de la esposa de Alejo, quien ordenó la ejecución de la monumental  construcción para encerrarla allí de por vida. Sea cual  fuera el motivo, la bella obra, ahora un poco inclinada por los años, es uno de  los atractivos que ofrece Trinidad a sus miles de visitantes, tanto cubanos como  extranjeros, que van en busca del conocimiento histórico y la arquitectura de una  época que llegó, en todo su esplendor, hasta nuestros días. |