Sobre la amplia avenida que atraviesa la histórica Plaza de la Revolución retumbaron los pasos de un país. Allá lejos, a noventa millas, los enemigos de Cuba deben estar frustrados. En la plaza de todos los cubanos, la Patria habló.
Amanecía en La Habana, y como en el resto de las plazas, un mar de pueblo, con banderas, carteles y consignas, rompió la tranquilidad habitual este amanecer, el Sí por Cuba fue la mejor respuesta.

Al frente del compacto desfile, nuestro personal de la salud. En el sector médico están simbolizadas la resistencia, la dignidad e hidalguía, porque ha sido y es blanco constante de la agresión enemiga, y aún sigue multiplicando la capacidad de sobreponerse ante las dificultades.
A continuación siguieron los bloques de la educación, la cultura, el deporte, nuestros centros de investigación…, en la medida que transcurrió el desfile, el paso de hombres, mujeres y hasta de niños, se hizo cada vez más compacto. La robusta serpiente multicolor, se convirtió en una sola.
En la tribuna, los principales dirigentes del país, Raúl y Díaz-Canel, junto a nuestros referentes históricos e invitados internacionales, algunos repitentes en otras jornadas por la celebración del Día Internacional de los Trabajadores en La Habana, amigos que llegaron a oxigenarse y beber del ejemplo de un pequeño archipiélago que resiste en tiempos de constantes intentos por perpetuar hegemonías imperiales.

Después de varios años sin desfilar por la icónica Plaza habanera, la imagen de cientos de miles de personas marchando frente a la tribuna, volvió a confirmar que en Cuba hay y habrá Revolución para rato, y que por muy grandes que sean los obstáculos, lo más importante sigue siendo salvar la Patria y nuestra Revolución, donde se concentran nuestros principios más sagrados.
Este primer día de Mayo, no podía ser diferente. Veinticinco años después de dado a conocer por Fidel, el histórico concepto de Revolución, en el mismo escenario donde quedó perpetuado el compromiso, cubanos que allí estuvieron entonces, y representantes de generaciones más jóvenes, refrendaron que el Yo soy Fidel no es solo consigna, porque desde el ejemplo personal y la acción cotidiana, podemos seguir rindiéndole tributo permanente a nuestro líder histórico.
Lo ocurrido en todo el país, en plazas y comunidades, es una respuesta a la convocatoria de Raúl para cuidar la unidad más que a la niña de nuestros ojos. También manifestación de continuidad, respeto a la historia, la entrega de héroes y heroínas de nuestras gestas por alcanzar nuestra definitiva independencia, del sentido del momento histórico que vivimos, de lealtad a Fidel, y de la más profunda convicción de que en este pequeño archipiélago, la dignidad, la soberanía e independencia son valores sagrados a los que no renunciaremos jamás.

En la Plaza de la Revolución “José Martí”, la Patria habló.