Como parte de las actividades por el aniversario 72 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Cespedes, integrantes de la Unidad de Ceremonia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) realizaron en la Habana un encuentro con la historia con Agustín Díaz Cartaya, asaltante al cuartel Carlos Manuel de Céspedes y autor de la Marcha del 26 de Julio.
Los jóvenes combatientes visitaron a Cartaya en su domicilio, quien a sus 96 años mantiene una lucidez creadora y una jovialidad casi infantil. Contó: «Fuimos una tropa de 21 hombres armados, dirigidos por Raúl Martínez Ararás, Antonio Ñico López, Gerardo Pérez Puelles, Orlando Castro y Pedro Celestino Aguilera. Tratamos de entrar sorpresivamente por detrás del cuartel, pero las postas se percataron por el ruido. El factor sorpresa fracasó y no pudimos enfrentar con efectividad el fuego de los militares.
«Se decidió el retiro, la mayoría de los atacantes salvamos las vidas por la ayuda audaz de los vecinos de Bayamo y de otras zonas. Después del ataque al cuartel Carlos Manuel de Céspedes y de los hechos del Moncada logré llegar a La Habana. Entonces, me detuvieron y fui torturado por el Servicio de Inteligencia Militar. Finalmente, me enviaron a la cárcel de Boniato, junto a los combatientes del Moncada».
Cartaya, además de participar en el asalto, pasó a la historia por componer el Himno del 26 de Julio, a solicitud del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz . «A través de mis compañeros del Movimiento 26 de Julio Fidel tenía conocimientos de que yo componía poemas y canciones; entonces me pidió un un himno para el Movimiento que dirigía».
«El desafío era bien comprometido. ¿Te imaginas a un negro muerto de hambre convertido de pronto en el creador de un himno de un movimiento revolucionario? ¿Te imaginas la emoción que debía sentir un don nadie como yo? La idea rápidamente me llegó, el objetivo estaba claro. Teníamos un ideal de libertad: ‘Marchando, vamos hacia un ideal’. La inspiración era grande y en una noche surgió el himno. Tenía que salir a como diera lugar: era una orden de vida o muerte».
«Ya en el Presidio Modelo ,me volví a encontrar con Fidel quien me pidió que hiciera cambios en las estrofas de la marcha, para que se destacara “la sangre que en Cuba se derramó”, de esa manera se denunciaban los crímenes de la dictadura. Con las nuevas transformaciones comenzó a cantarse el himno en la propia cárcel de Boniato. Los combatientes se aprendieron la letra y la melodía, muy diáfana».
Narró Cartaya a los combatientes de las FAR que El “Himno del 26 de Julio” se convirtió en un arma de combate y se canto colectivamente ante el público en la Causa 37 de 1953, en el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba. La segunda vez fue en el Presidio Modelo, durante una visita de Fulgencio Batista.
«La cantamos a toda voz, a muy pocos metros del dictador, quien se quedó asombrado del atrevimiento. Después de esa experiencia, ya convertido en himno, la marcha acompañó a lo estuvo presente en la Sierra Maestra en la fundación de la emisora Radio Rebelde y en el triunfo de la Revolución el 1ero de enero de 1959.
«Quiero declarar que Fidel me eligió como revolucionario y como compositor del Himno del 26. Por eso creo, con sano orgullo, que fui elegido doblemente y eso vive en mi alma muy hondo y solo morirá en mí cuando yo muera».
El homenaje a Agustín Díaz Cartaya por la Unidad de Ceremonia de las FAR reafirma el compromiso de la juventud cubana con los ideales de justicia, soberanía y dignidad que guiaron a los jóvenes del Centenario.