Árboles, tesoros de los pueblos

Es  incuestionable  el bienestar  de recibir la sombra que brinda un frondoso árbol un día de mucho calor, sin embargo, muchos quedarían  sorprendidos  al conocer otros  beneficios   que  guardan en especial para las personas.

Gracias a su sombra y el vapor de agua que liberan sus hojas, logran descender la temperatura ambiental entre dos y ocho centígrados en los días calurosos. De la misma manera, evitan que el agua que se utiliza para regar el césped se evapore rápidamente, lo que supone un ahorro de este recurso.

Sin embargo, para algunos esas virtudes no son suficientes para dejarlos vivir La vileza tiene los rostros de aquellos que sin portar permisos  de las autoridades y caprichosos motivos llevan adelante la matanza de las hermosas criaturas que hacen más placenteras la vida.

Con frecuencia vemos en las comunidades y barrios que se eliminan de forma arbitraria los pocos árboles  altos y los no tanto que existen, desde cocoteros, algunas variedades de palmas hasta otros ornamentales que le resta belleza al entorno pues los dejan cerca del suelo sin posibilidades de que retoñen.

Los dos últimos que cortaron en la comunidad de Micro X, Alamar, donde vivo estaban frondosos, lleno de flores y pájaros; de un día para otro dejaron de ser el hábitat de numerosas especies  que se guarecían en sus ramas del sol y la lluvia y pernoctaban en las noches hasta temprano en la mañana que despertaban a todos con su canto.

Vemos que para la mayoría las zonas arboladas suponen un escenario mucho más agradable que las calles vestidas únicamente con cemento, asfalto y hormigón.

En los lugares que carecen de estos se siente un calor abrasador e insoportable y el aire se respira contaminado y con dificultad por contener sustancias nocivas.

Los expertos coinciden en que los árboles absorben el dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global, removiendo y almacenando el carbono a la vez que liberan oxígeno. Además limpian el aire actuando como purificadores, absorbiendo óxido de nitrógeno, amoníaco, dióxido de azufre y ozono y devolviendo oxígeno a la atmósfera.

Gracias a su sombra y el vapor de agua que liberan sus hojas, logran descender la temperatura ambiental entre dos y ocho centígrados en los días calurosos. De la misma manera, evitan que el agua que se utiliza para regar el césped se evapore rápidamente, lo que supone un ahorro de este recurso.

Para las ciudades resulta prioritario la integración de la naturaleza. Conceder a una estructura metropolitana de vida vegetal influye positivamente en múltiples aspectos para todos sus habitantes.

Los árboles también ofrecen nutrientes que  resultan necesarios  para los habitantes de la ciudad proporcionando frutos y reactivando la economía del territorio.

Además, los árboles producen oxígeno, purifican el aire, forman suelos fértiles, evitan erosión, mantienen ríos limpios, captan agua para los acuíferos, sirven como refugios para la fauna, reducen la temperatura del suelo, propician el establecimiento de otras especies, regeneran los nutrientes del suelo y mejoran el medio ambiente.

Por otro lado, según señala la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los árboles en las ciudades también ayudan a revalorizar el área en la que han sido plantados, pues contribuyen a conseguir un crédito de hasta un 20 por ciento más que aquellas zonas de la ciudad en las que no existe vegetación.

Cuba apuesta por un programa integral de reforestación, desarrollado en los últimos 50 años, lo cual ha permitido que la superficie cubierta de bosques alcance en la actualidad el 27,2 por ciento del territorio nacional.

Plantar nuevos árboles, no escribir sobre sus troncos, y educar a las nuevas generaciones en su cuidado es dar respuesta a los numerosos beneficios que brindan a la humanidad.

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