Asesinato que jamás será olvidado

La historia recoge que la ejecución de los ocho estudiantes de medicina fue realizada a las 4 y 20 de la tarde del lunes 27 de noviembre de 1871, a sólo dos días de la detención de los jóvenes, en la explanada de la Punta, por el piquete de fusilamiento al mando del capitán de voluntarios Ramón López de Ayala.

El tiempo, aliado en ocasiones de los acontecimientos importantes, otros de los cotidianos, y siempre de aquellos que conmueven, fue en esa ocasión testigo de un suceso que se recuerda como si hubiera sucedido recientemente.

Fueron acusados falsamente de arañar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón el 24 de noviembre de ese año mientras esperaban un turno de clase del Doctor Pablo Valencia.

Fue sólo un pretexto para que el colonialismo español descargara su odio e ira reprimidas contra aquellos casi adolescentes que representaban al pueblo cubano.

En video, el monumento a los estudiantes:

No hubo oídos receptivos para la clemencia pedida por honestos ciudadanos, así como, por los familiares y amigos de los ocho jóvenes, y aquellos que en Cuba amaban la verdad y las causas justas: el odio y la prepotencia pudieron más que cualquiera otra razón lógica. Mataron a quienes por sus cortas edades apenas comenzaban a vivir.

De nada valió la defensa del capital español Federico Capdevila, quien sin temor a los voluntarios enardecidos, proclamó la inocencia de los estudiantes injustamente acusados, y dijo que en el supuesto de que hubieran profanado la tumba de Castañón, la sentencia no podía ser en ningún modo la pena de muerte.

Con excepción de un alumno peninsular y miembro del cuerpo de sanidad de apellido Godoy a quien se le exoneró de culpa, el resto de la clase, 45 en total, fueron conducidos a la cárcel a las ocho de la noche el sábado 25 de noviembre; se efectuó el Primer Consejo de Guerra que procesó a los estudiantes en un juicio sumarísimo.

El fallo no fue aceptado por los voluntarios españoles amotinados frente al edificio de la cárcel, por lo que fueron procesados por segunda vez y ocho fueron condenados a muerte.

Fermín Valdés Domínguez, el amigo de José Martí, demostró años más tarde que las rayas que aparecían en la tumba estaban allí mucho antes de 1871, según declaraciones del propio hijo de Don Gonzalo Castañón.

Esa vez la injusticia se le adelantó al tiempo que no pudo darle marcha atrás al vil asesinato. No obstante, las actuales generaciones y las que están por venir no olvidan.

Aún estremece imaginar la escena; por ello cada año el estudiantado y el pueblo cubanos junto a estudiantes de la Federación Estudiantil Universitaria-FEU-, y de la enseñanza media,- FEEM-les rinden homenaje en el lugar donde cayeron.

Foto: Yohandry Ávila

Alonso Álvarez de la Campa, de 16 años de edad, José de Marcos y Medina, 20, Ángel Laborde y Perera, 17; Anacleto Bermúdez, 20, Juan Pascual Rodríguez, 21; Carlos de la Torre y Madrigal, 20; Eladio González y Toledo, 20; Carlos Verdugo y Martínez, 17 años de edad, quien por cierto, no se encontraba en La Habana el día del suceso.

Así se nombraban y esas eran sus edades. 152 años después el dolor ante la injusticia es el mismo, la impotencia ante el cruel suceso permanece intacta, la acusación y la ira contra los asesinos también.

Las descargas de fusilería que segaron la vida a los ocho estudiantes de primer año de Medicina se sintieron como latigazos en los corazones de los cubanos; no fueron pocos los testigos del horrendo crimen que repitieron entonces llenos de indignación durante un tiempo infinito la palabra asesinos. ¿Cómo llamar de otra forma a quienes mataron sin piedad la inocencia?

No obstante el transcurrir del tiempo Cuba, no olvida.

En video, fragmentos del filme cubano Inocencia:

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