Incluso, pudiera llegar a afirmarse que estas virtudes caracterizaron la personalidad del Che quien con su vida cotidiana demostró ser un hombre en el que no tenían lugar la envidia, la vanidad y el egoísmo.
Para ejemplificar lo expuesto recuerdo lo que expresara el Che en un discurso que pronunció ante los estudiantes y profesores de la Escuela Técnica Industrial, en La Habana: “Hubiera querido presentarme ante ustedes con más conocimiento de los problemas exactos de la juventud estudiosa en este plantel y a este nivel, y poder discutir; porque nosotros, los que por imperio de las circunstancias dirigimos la Revolución, no somos dueños de la verdad ni de toda la sapiencia del mundo ni mucho menos, y tenemos que aprender todos los días, y el día que dejemos de aprender, que creamos habarlo sabido todo o hayamos perdido nuestra capacidad de contacto o de intercambio con el pueblo y con las juventudes, es el día que habremos dejado de ser revolucionarios, y lo mejor que podrían hacer ustedes es botarnos entonces. Todavía ese día no ha llegado, esperamos que no llegue nunca; todavía nos interesan profundamente los problemas de nuestro pueblo y tratamos de resolverlos.”
En la ética guevariana la modestia y la sencillez debían ser compañeras inseparables del hombre nuevo, para quien el individualismo y el egoísmo no tendrían validez e irían desapareciendo como rezagos de una vieja sociedad.
Igualmente el Che hizo un llamado a quienes ocupaban posiciones dirigentes en el seno de la colectividad para que mantuvieran una estrecha relación con las masas y que esto formara parte de su modo de actuar en forma permanente.
Al respecto señaló en el acto de inauguración de un curso de adiestramiento del Ministerio de Salud Pública: “Debemos, entonces, empezar a borrar nuestros viejos conceptos y empezar a acercarnos cada vez más, y cada vez más críticamente al pueblo. No como nos acercábamos antes, porque todos ustedes dirán: “No. Yo soy amigo del pueblo. A mi me gusta mucho conversar con los obreros y los campesinos y voy los domingos a tal lado a ver tal cosa”. Todo el mundo lo ha hecho. Pero lo ha hecho practicando la caridad, y lo que nosotros tenemos que practicar hoy es la solidaridad. No debemos acercarnos al pueblo a decir: “Aquí estamos. Venimos a darte la caridad de nuestra presencia, a enseñarte con nuestra ciencia, a demostrarte tus errores, tu incultura, tu falta de conocimientos elementales”. Debemos ir con afán investigativo, y con espíritu humilde, a aprender de la gran fuente de sabiduría que es el pueblo.”
Como señalé el amor a la verdad fue otro de los aspectos relevantes en la ética del Che quien exhortó a los revolucionarios a que siempre dijeran la verdad antes de engañar a los demás. Para él la mentira era como un obligado complemento de la explotación que caracteriza a la sociedad capitalista.
“Por eso, tenemos que hablar claramente y decir la verdad. La verdad nunca es mala y además, nuestra verdad de hoy no es una verdad derrotista, es una verdad que explica el porqué va a haber algunas faltas en nuestro abastecimiento, pero que indica siempre que la victoria será nuestra y que de nosotros depende que esa victoria sea más amplia, más contundente y más rápida...”