Detrás de la música: Orlando Cepeda

En 1958, un pelotero boricua entró a las Grandes Ligas y se convirtió en una verdadera sensación. Era Orlando Manuel Cepeda Pennes, nacido en Ponce el 17 de septiembre de 1937.

Cepeda nació en una familia pobre y su padre, Pedro Perucho Cepeda, fue un jugador de béisbol lo que influenció en su interés desde edad temprana. Su primer contacto con ese deporte fue cuando era cargabates para los Cangrejeros de Santurce y Pedro Zorilla, el dueño del equipo, convenció a su familia para que fuera a una prueba de aptitud con los Gigantes de New York, equipo que después se mudó a San Francisco.

En el 58, su primera temporada, Cepeda tuvo un promedio de bateo de 312 con 25 home runs y 96 carreras empujadas, siendo líder de la Liga Nacional en dobles con 38. Fue seleccionado de manera unánime como «Novato del Año», convirtiéndose en el segundo jugador en recibir este premio de esa manera, solo después de Frank Robinson.

En ese año yo solo tenía nueve y junto a todo el piquete del barrio nos emocionamos con el puertorriqueño, queriendo algún día llegar a tener una carrera de esa magnitud.

Muchos, muchísimos años después, el timbre del teléfono me despertó bien temprano en una mañana de la capital boricua. Era mi amigo Oswaldo Gil con la invitación de ir a conocer personalmente a Orlando Peruchín Cepeda y por supuesto entrevistarlo.

El camino fue largo y lo aproveché para recordar aquellos días de mi infancia y compartir con Oswaldo la carrera del puertorriqueño. En 1978, Cepeda fue sentenciado a cinco años de cárcel por posesión de drogas, de los que solo estuvo encarcelado 10 meses y el tiempo restante estuvo en libertad bajo palabra.

En este momento, la primera mitad de los 90, había una intensa campaña para ayudarlo a ingresar al Salón de la Fama, elemento que al fin consiguió por el Comité de Veteranos en 1999.

Yo me relamía de gusto para disfrutar de una intensa charla beisbolera y cuando llegamos al lugar, un hotel de San Juan, Cepeda conversaba animadamente con una persona de espaldas a nosotros. Oswaldo quiso darle una sorpresa y por eso nos quedamos detenidos sin avisar. Lo que escuché me asombró: estaba dando una espléndida charla de música cubana y en ese preciso instante hablaba con emoción de una magnífica cantante… Celina González.

El padre de Peruchín, Perucho Cepeda, fue considerado como uno de los mejores jugadores de béisbol de su generación. Lo vio jugar por primera vez en 1946 y se interesó de inmediato en el deporte, por lo que muchos de las Ligas Negras visitaron su casa y eso influyó inmensamente en su visión del deporte. Todo eso lo convirtió en un fan de Orestes Miñoso, siguiendo su carrera en la Liga Cubana, las Ligas Negras, las Ligas Mayores de Béisbol y el Caribe.

De su padre, Peruchín adquirió también la posibilidad de disfrutar de una enorme y valiosa colección de discos de música cubana, lo que provocó su gran afición por lo nuestro.

Finalmente el encuentro duró más o menos una hora y en ningún momento se habló de pelota. Imagínense ustedes. Ya para despedirme, Orlando Peruchín Cepeda me insistió en que cuando llegara a Cuba de ninguna manera olvidara el saludo para sus amigos del Grupo Síntesis, gente buena de verdad.

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