Manzanillo, Granma. – El órgano como identidad y reliquia musical de esta región del Oriente de la Isla integra desde el martes la colección de la Sala de Cultura y Arte, del Museo Municipal de Manzanillo, primera institución de su tipo creada bajo esa denominación en Cuba hace 44 años.
Jornada de remembranzas entre los adultos mayores de la Casa para Abuelos Celia Sánchez Manduley, de la urbe conocida como Perla del Golfo de Guacanayabo y el músico Lino Borbolla Vargas, heredero de la casta artística de la familia Borbolla, bujía de la entrada y expansión de los equipos y música de órgano en esta zona.
Con su acostumbrado carisma y desenfado, Lino delineó facetas de sus antecesores: el abuelo Francisco y los tíos Pancho y Carlo, inspiradores de la amplia distinción que la organística posee aquí, luego de su llegada a la Mayor de las Antillas por la ciudad de Cienfuegos.
“Todos los órganos que andan por aquí son 66 teclas, es decir, no tan completos. Son semicromáticos y este yo lo hice cromático completo, o sea, tiene todas las notas del pentagrama. Setenta y dos, lo hice a más extensión. Una herencia bonita, pero mira que me ha dado trabajo.
“La película se llama “El señor de la música molida”, que puedo ser Pancho, Carlo, yo o hasta mi abuelo que es Fornaris, de apellido. Podemos ser “los señores de la música molida.” Mi viaje a Francia y Holanda fue para filmar parte de ese audiovisual.
“En el último país mencionado existe un “constructor” de órgano, cuyo taller me hizo recordar al de mi tío Carlo: posee de todos los tipos, del de cilindro, que fue el que trajeron a Cuba y todo suena a la perfección. Para mí tremenda emoción, con todas las herramientas, motores y máquinas.”
– ¿Es difícil conservar un órgano?
– “Sí, por lo menos acá es difícil porque no disponemos de todas las herramientas y equipos para esa tarea. Yo tuve que deshacerme del mío porque no “pintaba” nada en mi casa. Existen algunos colectivos de músicos que sí se ocupan del mantenimiento. A través del órgano aprendí música, y legó el saxofón, otro de mis amores.”
Al final, el músico manzanillero Lino Borbolla Vargas agradeció al colectivo del Museo Municipal el gesto de preservar para las futuras generaciones lo que definió como su gran pasión y a los presentes obsequió “El Jorocón”, una de las piezas más populares del pentagrama organístico cubano.
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