La cultura desde la mirada crítica de nuestra sociedad

Si todos creyéramos firmemente en que la cultura del detalle nos hará mejores, muchas de las carencias materiales que padecemos estarían recompensadas por una espiritualidad más fortalecida y presente en todos los ámbitos de nuestra sociedad.

¿De qué nos vale relacionarnos de la peor manera? ¿Qué aporta el maltrato? ¿Cómo nos sentiríamos al final de una jornada al saber conscientemente de que hemos aportado el mínimo o no todo lo que podíamos hacerlo? ¿Cuán dañino puede resultar el conformismo, la pasividad, la mediocridad y la falta de iniciativas?

Las interrogantes conllevan respuestas, que muchas veces terminan enfocadas en lo negativo y no constituyen parte de los proyectos de vida de las personas para mejorar su espiritualidad y crecer como seres humanos, más bien es como una ¨propia guerra¨ que tiene eslabones interminables cuando reaccionamos con malos procederes porque es lo que apreciamos a diario en la sociedad y no marcamos la diferencia.

Lo cierto es que, a pesar de una gran contracción material en el país, en la que no resulta un propósito hurgar en estas reflexiones, creemos firmemente en la urgencia de sobreponernos a ella y no dejarnos arrastrar por miserias humanas que corrompen nuestra alma y nos sitúan sin darnos cuenta, en el mismo grupo que no desea avanzar o no quieren, y nos aleja de ese pensamiento martiano de los que forman parte de aquellos que aman y construyen.

No debe ser la actitud hacer o no hacer nada, tampoco que una obra constructiva le falte el glamur necesario al final de su período de ejecución, mucho menos dejar de pensar en una posible solución a un problema cuando sabemos que esforzándonos un poquito más sí se puede concretar, o maltratar a los clientes que requieren de un servicio porque hemos tenido un mal día u otras preocupaciones – reales -, nos agobian. No debe ni puede ser esa la filosofía de vida.

No empeñarnos en concretar en nuestras actuaciones la cultura del detalle en lo que corresponda, es como comenzar a dejar germinar una semilla que después dará malos frutos rodeado de yerba mala que puede multiplicarse y extenderse para ser aún peor.

Si existen muy buenos ejemplos, porque no miramos hacia ellos y los replicamos; la interrogante continúa siendo ¿por qué unos en las mismas condiciones pueden avanzar un poquito más cada día y pensar en soluciones a trabas y dificultades y otros simplemente bajan la guardia y no hacen nada? ¿Cuánto perdemos cuando nos asumimos así y dejamos de hacer cosas mejores en bien común?

Conformarse y dejar de ser proactivos es un camino muy peligroso que, en medio de carencias y dificultades, no ayuda y puede resultar un cáncer con metástasis muy difícil después de extirpar.

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