La célebre batalla naval en la bahía de Santiago de Cuba el 3 de julio de 1898, aún ocupa al juicio historiográfico de un lado y del otro del océano Atlántico. El Ejército Libertador tenía para entonces la iniciativa estratégica.

La destrucción de la escuadra del almirante Cervera en Santiago de Cuba

La célebre batalla naval en la bahía de Santiago de Cuba el 3 de julio de 1898, aún ocupa al juicio historiográfico de un lado y del otro del océano Atlántico. El Ejército Libertador tenía para entonces la iniciativa estratégica.

Tras la aprobación de la Declaración Conjunta, el ejército de los Estados Unidos ya había iniciado operaciones en Cuba. El envío de la escuadra del almirante Pascual Cervera Topete aconteció en la peor de las coyunturas.

El Doctor en Ciencias Históricas, el ensayista y profesor cubano Gustavo Placer Cervera, recordó el repetido criterio de “un sacrificio ordenado” por los políticos de la península. La decisión se habría basado en la idea de salvar el prestigio de las armas hispanas ante la eventual derrota, y la caída definitiva de las últimas posesiones en América.

El reconocido investigador, autor de numerosos estudios sobre operaciones marítimas, sostuvo que el almirante Cervera estaba plenamente consciente de la superioridad naval y de la favorable posición táctica de la escuadra norteamericana, ante el choque previsible en la boca de la bahía santiaguera.

El historiador cubano Gustavo Placer Cervera destacó la inviabilidad de la propuesta de Fernando Villaamil, caído en la acción, de atacar puertos del este norteamericano para dispersar las fuerzas enemigas, y también de la conocida sugerencia de Joaquín Bustamante, subordinado de Cervera, de una eventual salida nocturna, riesgosa por los posibles accidentes y sin posibilidad alguna frente a los potentes reflectores de la armada yanqui.

Aunque ya ninguna otra opción habría cambiado el curso de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, entonces se descartó igualmente que los marinos peninsulares devinieran infantes para una eventual defensa de Santiago de Cuba en la esperada batalla terrestre.

En una acción que aconteció casi como de tiro al blanco, las bajas de España fueron 343 muertos, 151 heridos, 1889 prisioneros (incluido el almirante Cervera), y seis barcos perdidos, en tanto que Estados Unidos solamente reportó un muerto y dos heridos leves, batalla que supuso el fin del dominio colonial español en esta parte del mundo.

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