La educación, una esperanza para el niño autista

Existe la certeza de que la educación les ofrece muchas esperanzas a los niños autistas. Un ejemplo de lo anterior es la escuela especial Dora Alonso, ubicada en Ciudad Escolar Libertad en la capital cubana; como parte del tratamiento se relacionan con estudiantes de las primarias aledañas.

Los de mayor edad realizan trabajos sencillos en el Laboratorio de medicina MEDILAB, cercano a la institución, en tanto un grupo de estudiantes de la Escuela Provincial de Artes Plásticas San Alejandro, ejercitan con ellos habilidades manuales; también practican psicoballet.

Desde el 2007 la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución que declara el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, con el objetivo de alertar acerca de esta discapacidad, cuya incidencia ha aumentado en todo el mundo.

Fuentes consultadas apuntan que se puede detectar la discapacidad en los movimientos de los bebés que se dan la vuelta, se sientan, gatean y andan de forma extrañamente descoordinada.

A los 18 meses de edad, un autista no señala, no comparte la atención con otros, ni sigue las expresiones de otras personas. A los dos o tres años, presentan una profunda falta de respuesta hacia los demás. Muchos no hablan y, por el contrario, realizan rituales, como agitar los brazos, que estimulan su cuerpo, y les disgusta cualquier cambio.

Allí también se atiende a un grupo de niños que asisten a círculos infantiles, otros a la escuela, una o dos veces en la semana, ya que el propósito es insertarlos un tiempo después en otras instituciones.

Los alumnos cuentan en cada grupo con un docente, y una auxiliar pedagógica, y laboran con ellos, además, especialistas en computación, educación física, fisioterapia, psicoterapia y logopedia, entre otros; a todos caracteriza la consagración a la labor que realizan.

El autismo -según los expertos-, es un trastorno generalizado del desarrollo, de origen desconocido, caracterizado por el aislamiento, problemas cognitivos, comunicativos, sociales y del comportamiento.

El eficaz modelo de diagnóstico cubano sobre el autismo es sin dudas, una respuesta a las necesidades que se nos presentan en este mundo globalizado y unipolar que afecta a la población infantil del mundo.

Consideran también que la discapacidad afecta a muchos aspectos de la conducta humana, como el movimiento, la atención, el aprendizaje, el lenguaje y el carácter.

La práctica demuestra, sin embargo, que la educación desde las edades más tempranas es la mejor vía para obtener logros. De ahí la urgencia de un diagnóstico precoz, y la intervención temprana de los niños y las niñas identificados con el Síndrome del Espectro Autista, así como, la aplicación de modelos de inclusión educativa, como propuesta para su educación e inserción en el escenario social.

El autismo clásico en su forma más grave, que provoca retraso mental, se da en uno de cada mil nacimientos. Si se incluyen formas más leves de autismo como el síndrome de Aspberger, la incidencia es de uno cada 500.

El trastorno se atiende también en los centros para niños con alteraciones en la comunicación, y se les garantiza la atención en las escuelas para niños con retraso.

Por el carácter de integración que caracteriza a la educación especial cubana, vemos que en la enseñanza general estudian niños autistas, así como, en los círculos infantiles, con la presencia de los educadores de esa enseñanza para asegurar la preparación de los docentes que los educan.

Al dejar inaugurada el 4 de enero de 2002 la escuela especial para niños autistas “Dora Alonso”, en La Habana, el líder histórico de la Revolución Fidel Castro afirmó refiriéndose a la atención que les brindan los especialistas y maestros: “Es muy humana porque, principalmente, tienden a lograr que el niño y el adolescente se preparen, y adapten a convivir y a comunicarse, que son los dos problemas principales que los afectan”.

Agregaba el Comandante en Jefe: “nosotros hemos visto a los maestros, a los especialistas atendiendo a los niños, y se comprende perfectamente que requieren una atención muy especial. Me parece que una de las cosas más humanas que pueden observarse es una escuela como la que acabamos de ver ahora, y con toda razón alguien habló aquí de la abnegación de los maestros. Hay que ser personas verdaderamente consagradas al servicio de los demás; uno puede apreciar, cuando los ve ahí con sus alumnos, el incesante trabajo, el esfuerzo, y, además, la infinita satisfacción que experimentan cada vez que logran un avance”.

Los docentes de la educación especial perfeccionan sus conocimientos de manera constante, con médicos genetistas, de las neurociencias, y psiquiatras infantiles, de manera de ofrecerles a niños y adolescentes autistas, una atención integral.

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