Los médicos cubanos también enseñan a curar el alma

Por: Yaima Puig Meneses  

Bissau, Guinea Bissau. –Un pedazo de Cuba late desde 1986 en las aulas de la Facultad de Medicina Raúl Díaz Argüelles. El compromiso y la pasión con que laboran nuestros profesionales de la Salud han hecho posible que, en todos estos años, cerca de 800 jóvenes pobres guineanos pudieran hacer realidad su sueño de convertirse en médicos.

Decenas de doctores cubanos han estado aquí para «enseñar a matar la muerte y defender la vida», para contribuir no solo a formar médicos con un elevado nivel de conocimientos técnicos, sino también con un alto valor ético y humanista, con una conciencia solidaria, y el compromiso impostergable con la salud del pueblo guineano.

Extraordinario fue el encuentro que en la tarde de este jueves tuvo, con colaboradores y estudiantes, el miembro del Buró Político y vicepresidente de la República de Cuba, Salvador Valdés Mesa. Nuestros médicos, en medio de las adversidades, una vez más demuestran que nunca dejan de plantar por el mundo nuevos sueños.

Son 33 los profesores cubanos que allí laboran. Son ellos también quienes, cuando no están frente al aula, se van a los hospitales de la ciudad a brindar sus servicios, y cada sábado, junto a sus estudiantes, marchan a las comunidades más pobres, a ofrecer allí asistencia médica gratuita.

Ellos mismos protagonizaron, este jueves, una magnífica representación cultural que unió música, danza y poesía cubana y guineana, y estremeció el corazón a más de un invitado. En las voces y los gestos de los jóvenes estudiantes había complicidad, y estaba Cuba también, esa pequeña isla del Caribe que ha formado en esta Facultad a cerca del 90 % de los médicos del sistema de Salud guineano.

«Nos hemos sentido aquí muy felices, viviendo ese volcán de energía que siempre transmite la juventud», les reveló el Vicepresidente cubano. Verlos a ustedes hoy, significó, nos reafirma que no fue en vano la sangre cubana que se derramó por la independencia africana. 

Resaltó la cálida bienvenida recibida en el país, las atenciones en cada lugar visitado, y aseguró a los colaboradores que eso se debe en gran medida a la labor que ellos realizan para «este pueblo amigo y agradecido».

En nombre del pueblo de Guinea Bissau, los estudiantes y graduados de la casa de altos estudios hicieron entrega a Valdés Mesa del Paño de Pinti, gesto que en estas tierras es considerado como una muestra de alta estima.

Igualmente, se entregó a la viceministra primera de Salud Pública, Tania Margarita Cruz Hernández, y se pidió hacer llegar otros dos al Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y al ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda.

En las gradas del teatro sonaban los aplausos, y a coro se oía: ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! Desde el escenario, todo era gratitud a Cuba y al Comandante en Jefe, «por tantas cosas que han hecho por nosotros».

«¿Cómo lo logran?», pregunto a la doctora Lilian Fernández, la decana cubana de la Facultad de Medicina. Me mira, sonríe, y con la seguridad de quien conoce bien a los suyos, responde: «Con mucho amor, esos son nuestros médicos».

Ahí está lo singular de los cubanos: enseñan cómo sanar el cuerpo y, a la vez, cómo curar el alma.

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