Por resultados y esfuerzos en cada pedacito de Cuba

Por resultados y esfuerzos en cada pedacito de Cuba

Que los máximos representantes del Gobierno lleguen a una provincia  para recorrer e intercambiar en municipios y consejos populares constituye un singularidad que aporta el ejercicio de gobierno en Cuba.

Es un camino de dos vías: uno para constatar, correlacionar políticas y hechos, identificar potencialidades locales desde soluciones a problemas propios de cada lugar, saber lo que puede sobrepasar la frontera de lo particular para ser aplicado en la provincia e incluso en el país… Otro, por lo que pueden aportar los intercambios para tener una visión nacional, herramientas para entender mejor el escenario que vivimos, y dónde concentrar los mayores esfuerzos conociendo las prioridades-país.

Si entre todos tenemos la capacidad de sacarles los mayores provechos a estas visitas, estaremos siempre ganando, y si además somos capaces de medir con indicadores concretos los avances de un período a otro, mejor aún.

El gobierno a nivel nacional impulsa estrategias y políticas que se aprueban, fiscaliza su cumplimiento e implementación en las bases, guía, conduce. La pelea se gana en el municipio, el espacio más pequeño, el «laboratorio» donde la teoría y práctica se enriquecen. Es clave que un Consejo Popular funcione y también el municipio, entorno natural de la vida de las personas.

El país necesita resultados que se correspondan con los inimaginables esfuerzos y desvelos para avanzar un poquito cada día, y sucederá con una transformación mental y práctica de los decisores en la base, donde las personas se comparan, viven, concretan o no sus sueños, proyectos de vida, donde mediaciones familiares, comunitarias y personales se entrelazan unas a las otras.

Existen interrogantes como estas: ¿por qué algunos demuestran que experiencias locales son viables en la producción de alimentos con un uso más inteligente de la tierra, diversificando producciones, aportando a escuelas y la comunidad, mientras otros siguen esperando que el país los provea de fertilizantes o hierbicidas que no llegarán, porque para eso se requiere de grandes erogaciones de dinero para importarlos que no hay, mientras por el contrario, se practica poco la agroecología u otras herramientas menos agresivas al medio ambiente, y no se apela al extensionamismo?

¿Por qué en una comunidad cienfueguera casi todo lo que se vende en el comercio local sale de producciones hechas ahí mismo y bienvenidas por la población, e incluso rotan la oferta para abarcar a todos los asentamientos y Consejos Populares, mientras en otros lugares con mini-industrias constituidas, e igual o más potencial, pululan la inercia y la poca creatividad aplicando métodos tradicionales que no “encajan” cuando los recursos son mínimos?

En ocasiones carecemos en los territorios de la capacidad de articular lo que representa ciencia constituida en academias, su aplicación en el sector productivo y también con las mejores experiencias en varios campos de la producción. Y he ahí el arte de gobernar a nivel territorial, lo que puede ser una solución probada en un lugar, no siempre se traspola hacia otros que requieren de salidas similares que nadie propone, aún cuando están en la misma provincia.

Indiscutiblemente, pasa que hay decisores con más capacidad que otros; los primeros aligerando cargas, apoyados en los resultados de las ciencias, con dirección más colectiva, rodeados de expertos que tributan conocimientos permanentes que indican por dónde transitar, con un intercambio permanente con la base; los otros, asidos a lo tradicional, con una lógica de pensamiento anclada en que si no me dan no soy capaz de gestionarlo, con métodos de dirección verticalistas, lo que los aleja de tomar decisiones más innovadoras.

Resultados y esfuerzos, esfuerzos y resultados, cada uno en el pedacito que le toca. Lleva consagración, meterse de lleno para conocer causas de los problemas y actuar para transformar, escuchar a las personas, incorporar el sentido de servidores públicos con la sensibilidad revolucionaria que lleva.

Es reinventarnos nosotros mismos, haciendo imposibles, posibles, al lado de cada colectivo. Con ellos se podrá avanzar, alejados, será imposible.

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