Revolución: la unidad que nos salva

A José Martí le corresponde el mérito de ser el más genuino autor del cimiento de la unidad de la nación cubana. Gracias a Fidel Castro, su mejor discípulo, Cuba transitó de colonia a ser Patria.

Las revoluciones no son hijas exclusivas de una sola generación, sino procesos de continuidad histórica. La nuestra ha tenido la peculiaridad de ser auténtica, y su escuela es ante todo mambisa y martiana.

Así emprendió el difícil camino. Así ha vencido todo tipo de adversidades. Así se ganó un reconocimiento internacional, por la entereza de sus líderes que jamás claudicaron y han acompañado a su pueblo con una dignidad impresionante.

Partiendo de profundas tradiciones patrióticas y revolucionarias que tienen sus raíces en la historia, aquel núcleo inicial de combatientes que fue al Moncada y luego se prolongó en el Granma, el Ejército Rebelde y la lucha clandestina, fue capaz de sortear todos los obstáculos hasta lograr la victoria y la unidad revolucionaria.

Ellos supieron forjar y preparar con clara visión de largo alcance a las nuevas generaciones que debían garantizar la continuidad de la Revolución. En las circunstancias actuales, como nunca antes, la perdurabilidad y fortaleza de la nación tendrá que sustentarse, como garantía decisiva, en la unidad conquistada que se nutre de las ideas que sucesivas generaciones de cubanos fueron tejiendo con su sangre, resistencia, inteligencia, lucha y cultura.

Ciertamente, los cubanos podemos hablar de la unidad, porque la Revolución está viva, absolutamente viva, y busca su propio camino para seguir adelante. Que nadie lo dude: la Revolución es y seguirá siendo cubana. Sus hijos somos vencedores de dificultades y contratiempos, capaces de derrotar las adversidades y salir en busca de nuevos sueños.

Otra la vez la Patria convoca y el pueblo acude a su llamado. Los más veteranos y los más jóvenes seguiremos apostando por la eficiente actualización de nuestra economía, la preservación de las conquistas sociales y la defensa de un sistema político escogido soberanamente, donde el protagonista es el pueblo, consciente de que como advirtió el poeta «por esta libertad habrá que darlo todo».

Nuestra Revolución es una sola, y la Patria, también. Lo más importante seguirá siendo Cuba y la unidad que nos define, que nos salva, que nos convoca.

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