Tradiciones devenidas tesoros de los pueblos

Los diferentes pueblos del mundo tienen sus propias costumbres que los identifican y diferencian del resto. Parecen extrañas para algunos, pero sus protagonistas las ven de forma natural. Con la certeza de vivirlas orgullosos durante cientos de años forman parte de su identidad.

En Cuba cerca de las doce de la noche el 31 de diciembre, se siente el sonido del agua lanzada a la calle. Tirar un cubo lleno de agua es señal de expulsión de todo lo malo en el año que termina y simboliza limpiar la entrada de la casa para atraer buenas vibras en el que comienza.

Una de las costumbres cubanas que caracteriza al pueblo es jugar domino con nuestros vecinos. A pesar de ser una de las tradiciones de Cuba más antiguas, hoy día sigue vigente y se ve con bastante frecuencia en las ciudades cubanas.

Un sitio web consultado afirma que: en Holanda cuando cumples años te felicitan a ti y a toda tu familia. En Japón es de buena educación eructar y hablar con la boca llena. En Alemania al llegar a los 25 años de edad si sigues soltero tus amigos cuelgan calcetines en tu techo y después “te obligan a beber alcohol”.

En Brasil, la tribu Yanomami tiene una curiosa tradición para honrar a sus muertos: primero incineran el cadáver y después se comen las cenizas. Lo hacen porque consideran que esto salvará el alma de la persona, y todos los familiares participan ingiriendo una parte.

A esa práctica se le denomina canibalismo endogámico, el cual es visto como un ritual sagrado que se realiza en una ceremonia funeraria del pariente muerto.

Los yanomamis consideran que en los huesos reside la energía vital de la persona fallecida y que al comer sus cenizas la reintegran al grupo familiar. Esta costumbre sólo se aplica si el difunto fue una buena persona, en el caso contrario se le quema completamente por haber realizado acciones malas durante su vida.

 Zhang Yun Ying fue la primera mujer china con pies vendados desde niña, entre las 50 que dejó constancia gráfica Jo Farrell, una fotógrafa radicada en Hong Kong que se enfocó en las costumbres femeninas que ya no están vigentes.

Cuenta que la fémina se quitó los zapatos y al poner uno de los pies en su mano lo sintió muy suave. Simplemente hermoso. Realmente había sufrido por esto. “Me conmovió ver por lo que nosotras como mujeres pasamos para tener una mejor vida», dice Farrell acerca de Zhang Yun Ying.

Otro testimonio fue el de Yang Jinge de 91 años de edad que le dijo a Farrell: «Los pies vendados eran una falta de respeto para el cuerpo; a veces era muy doloroso y yo no podía ir a otro pueblo o a la escuela. Los pies vendados es la fe ciega, se creía que nos ayudaría a tener un matrimonio mejor, pero cuando me vendaron mis pies, ya era una tradición muy antigua y no era parte de la China moderna».

 El vendado de pies empezó en la dinastía Song y pasó de moda a principios del siglo XX, cuando el gobierno la prohibió. Se extendió primero de los círculos de la corte a las élites ricas para finalmente llegar de la ciudad al campo. Durante el siglo XIX la tradición ya era común en toda China.

Fue una práctica terriblemente dolorosa que desfiguró los pies de millones de niñas y mujeres chinas por siglos mediante  las ataduras o vendas en sus plantas.

La práctica de vendar los pies persistió durante tanto tiempo porque tenía una razón económica evidente: “era una manera de asegurarse que las niñas y jóvenes permanecieran sentadas y ayudaran a fabricar productos como hilados, telas, esteras, zapatos y redes de pesca de los que dependían las familias para obtener ingresos”.

En un pueblecito británico llamado Coope’s Hill celebran todos los años la tradicional carrera del queso. Es muy sencillo, desde una ladera muy empinada dejan caer rodando un queso obviamente con forma circular, como casi todos los quesos, y detrás empiezan a ir tras él decenas de muchachos y muchachas a una velocidad imposible de controlar por el cuerpo humano, tanto que salen volando prácticamente. El ganador es el que lo alcanza.

La competición de llevar a la mujer a cuestas en Finlandia se celebra de forma anual en la ciudad finlandesa de Sonkajärvi, y el deporte ha ido evolucionando desde su primera edición en 1992 (a partir de 1997 se convertiría en Campeonato del Mundo).

Existen varias reglas, como por ejemplo: la distancia a recorrer son 253.5 metros, con partes de grava, césped y arena. Debe haber dos obstáculos a superar y una piscina de agua de un metro de profundidad. La parte femenina de la pareja puede ser cualquiera, pero tiene que tener más de 17 años y llevar casco.

Los conocedores de la costumbre afirman: “No la puede llevar a cuestas de cualquier manera, tiene que ir abrazada con las piernas al cuello del hombre e ir boca abajo. Además, la fémina debe pesar al menos 49 kilos. Si no se añade una mochila con peso hasta llegar a los 49. Si la mujer cae, deberá ser levantada y llevada a la espalda o en los brazos. Las carreras son de dos parejas cada vez, para que también compitan entre ellas. Sólo hay una categoría y el ganador es el más rápido. La pareja ganadora gana como premio el equivalente al peso de la fémina de cerveza».

Se trata de tradiciones que se  transmiten de una generación a otra y se guardan  como  tesoros irrepetibles que hacen únicos a sus pueblos.

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