Un nuevo curso escolar: De regreso a las aulas

Un nuevo curso escolar: De regreso a las aulas

Comienza el mes de septiembre y se asocia con el inicio de un nuevo curso escolar que, no por ser un hecho cotidiano, cada año tiene su singularidad.

Un curso nuevo es como una pequeña victoria, porque en medio de las condiciones difíciles que atraviesa el país, de escasez material, los niños y adolescentes cubanos continúan teniendo prioridad y la posibilidad de estudiar y permanecer en un aula, como elemental derecho al aprendizaje, mientras no son pocas las naciones donde este acontecimiento sigue siendo un sueño.

Y porque además, aunque parezca más de lo mismo, detrás de la voz de partida de cada período lectivo existe un esfuerzo y engranaje descomunales en aseguramiento logístico, organizativo y de recursos humanos para hacerlo posible y sostenible en el tiempo.

No podemos minimizar estos esfuerzos, que no comienzan cuando un curso termina, sino que se van materializando casi simultáneamente durante el período lectivo precedente, cuantificando necesidades para la enseñanza y formación de los alumnos, capacidades en nuestras aulas, necesidades de uniformes escolares, lápices, libretas, pupitres, todo lo que tributa al desempeño más óptimo del proceso docente educativo en cada uno de los grados de la enseñanza general.

Será, como dijo la titular de Educación, el primer curso después de la pandemia en condiciones totalmente de presencialidad, que se inicia en el período que corresponde, como históricamente ha sucedido.

Hay muchos elementos a favor: el período lectivo y las materias que se impartirán están planificadas para el tiempo necesario, el estudiante permanecerá más en un aula, una cualidad de este tipo de enseñanza en las que se van formando no solo valores sino desarrollando aptitudes, o sea, hace que el maestro o profesor pueda trabajar durante más tiempo cerca del alumno e identificar fortalezas y debilidades y trabajar sobre ellas.

Si eso transcurriera de esa manera, con los elementos adicionales que corresponde y propicia una escuela, los resultados en el aprendizaje y aprehensión de los conocimientos, no serían los óptimos y más eficientes.

Lo otro es la posibilidad de que escuela-familia y comunidad, tríada inseparable para poder lograr mejores resultados docentes y en la formación de los niños, adolescentes  y jóvenes, tengan un espacio más sólido para complementarse las unas con la otra.

O sea, la escuela haciendo lo suyo en las aulas, inoculando valores que tributen a la formación integral del educando; la comunidad ejerciendo su influencia a partir del vínculo de las actividades extracurriculares con el programa de enseñanza en el aula; y la familia como célula fundamental, ayudando y construyendo junto a los dos anteriores, la personalidad del estudiante, favoreciendo la labor del maestro, ejerciendo el papel fiscalizador y de continuidad en los hogares para consolidar conocimientos y aportar lo suyo, que no es poco.

Aunque se diga muy rápido, es un proceso complejo, de construcción colectivo, interrelaciones. Hoy, con muchas mediaciones por medio por las condiciones socio-económicas que vive el país que exige un esfuerzo extra de todos los eslabones que intervienen en el proceso docente educativo que no son pocos.

Por eso, el curso escolar en la enseñanza general que comienza el lunes venidero, constituye un suceso. Es victoria compartida, porque mientras en el resto del mundo millones de familias y niños hoy se pierden en las calles por falta de facilidades para estudiar y prepararse, esa posibilidad en Cuba es un hecho cotidiano, tangible, que quizás sea una de las expresiones más grandes de que, a pesar de dificultades, el propósito de una mayor justicia social del sistema que defendemos, tiene su expresión en el derecho a una educación para todos y de calidad.

Así apreciamos nuestro nuevo período lectivo, que tiene muchos retos, que abordaremos en un próximo comentario.

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