Una Mariana de estos tiempos

Por Dalia Reyes Perera 

Aracelis García Chaviano,  Licenciada en  Bioanálisis Clínico,  es, sin dudas, de esas Marianas que día a día transitan por cualquier calle de nuestro país, vencedoras de tantas batallas, enfrentando obstáculos y limitaciones, pero con un corazón en el medio del pecho y la dignidad como bandera.

Esta mujer cubanísima, oriunda de la hermosa villa de Trinidad, en la provincia de Sancti Spíritus,  no vaciló ni un segundo cuando un día la llamaron para saber su disposición a venir a tierra bolivariana y prestar sus servicios. Pensó en su familia, en lo difícil que sería separarse de sus hijas por un tiempo, pero también afloró su compromiso con el deber y con esos sentimientos solidarios que le corren por las venas desde que tiene uso de razón. Y entonces, dijo sí ante la nueva tarea.

Tiene 33 años, y por pura coincidencia, son 33 los meses que ya cuentan en su vida como colaboradora en este nación hermana, en el Centro de Diagnóstico Integral Alto Los Godos, en Maturín, capital del estado Monagas.

“Desde que llegué, me he sentido bien acogida por el pueblo venezolano, porque me concentro en brindar servicios de calidad y de excelencia al pueblo venezolano”,  afirma.

Aracelis echa la vista atrás, y cuenta de tantas experiencias vividas durante más de dos años en Venezuela, como aquella paciente que lloró mucho cuando hablaba de los colaboradores cubanos.

Le pido me narre la historia, y los pasajes vuelven a su memoria: “hace un mes teníamos en el Centro de Diagnóstico Integral una paciente ingresada en la Sala de Rehabilitación que se sintió gratificada, ella tenía problemas en una pierna, no podía caminar, sufría serias limitaciones físicas, la mantuvimos ingresada con sus sesiones de fisioterapia todos los días, me acerqué a ella, quise saber cómo se sentía y empezó a llorar; le pregunté qué le sucedía, me respondió que estaba muy emocionada por el cariño con que el personal médico cubano la trataba y que eso la reconfortaba y le llevaba a la sanación, se sintió muy conmovida, nos abrazamos, por suerte mejoró satisfactoriamente, y a los diez o quince días fue dada de alta y todo muy bien. Aquella lección no la olvido”.

La mezcla de sentimientos no puede evitarse en una mujer que es profesional, madre, hija, que decidió cumplir esta misión porque “soy cubana, defiendo mis raíces  y el amor por la humanidad y por nuestros pueblos del Sur, eso me hizo dar el paso al frente, mantenerme aquí y siento mucho amor y satisfacción al hacer lo que hago, al venir a este hermano país a brindar mis servicios a la población venezolana”

Pero lo más difícil, confiesa, es la separación de su familia, de sus niñas, y dice que los domingos son días tristes y llenos de nostalgias “pero enseguida me pongo en otras funciones y aquí estoy contribuyendo con la Patria grande que es América”, afirma.

Eso sí, Aracelis confiesa que ha crecido en estos tiempos, que la misión la ha ayudado a convertirse en una mejor profesional y mejor ser humano.

Cuando le pregunto por sus pequeñas, la voz se quiebra y las lágrimas corren por su rostro, aunque intente mantenerse fuerte.  Pasará el tiempo, Aracelis volverá a abrazar a sus hijas y le contará de estos años de esperanzas.

“Cada vez que hablo con ellas les digo que las amo, que las quiero mucho, que no las olvido ni un segundo, y cuando sean grandes, intentaré explicarles estos años en que no estuve a su lado, les diré que valió la pena, que también lo hice por ellas, para que se sintieran orgullosas de su madre, es algo que te nace del corazón, de tus entrañas, la convicción de que hay que hacerlo, dar el paso al frente y estar con nuestra Revolución todo el tiempo, y eso mis hijas me lo agradecerán siempre”, confiesa.

Así es Aracelis García Chaviano, desde Trinidad, en su Sancti Spíritus querido, hasta Maturín, en el Estado de Monagas, una Mariana de estos tiempos.

Escuche y descargue desde nuestro Canal iVoox la propuesta radial.

Autor